Los momentos preliminares
Después de mucho divagar y finalizar detalles, junto con mi primo Cristian decidimos comenzar el viaje el día 8 de Enero de 2012. Ya el día 6 de Enero "El primo" arribó a la ciudad de Antofagasta junto con su bicicleta Raleigh. Su arribo fue un momento crucial, muchas cosas comenzaban a quedar atrás, tales como: un trabajo bien remunerado y la seguridad que este ofrece, mi pasión por la música, la cual sería congelada durante mi estancia en el extranjero, ya que cargar una guitarra o un piano en las parrillas no es aconsejable, entre muchas otras cosas.
Este arribo marcó un antes y un después, en el cual comienzo a vivir la vida a concho, vivir la vida como yo quiero, no como la sociedad directamente fuerza a ser, desde ahora estoy luchando por conseguir uno de mis sueños; conocer el mundo.
Este arribo marcó un antes y un después, en el cual comienzo a vivir la vida a concho, vivir la vida como yo quiero, no como la sociedad directamente fuerza a ser, desde ahora estoy luchando por conseguir uno de mis sueños; conocer el mundo.
La despedida
El día 8 de Enero nos levantamos muy temprano (5:30 AM) con la intención de partir a primera hora, lo cual se complicó un poco. En un comienzo la partida sería desde mi casa, sin embargo en el último instante mi padre nos ofrece acercarnos hasta un pueblo vecino llamado Baquedano, a lo cual accedemos con mucho gusto, ya que a la Salida de Antofagasta se encuentra una cuesta con la que no es conveniente empezar un viaje de esta naturaleza.
Una vez en este punto, y después de una oración y un fuerte abrazo con mi padre y mi madre, comenzamos a recorrer Latinoamerica, la aventura ha dado su inicio formal.
Una vez en este punto, y después de una oración y un fuerte abrazo con mi padre y mi madre, comenzamos a recorrer Latinoamerica, la aventura ha dado su inicio formal.
El Norte de Chile
Los primeros pedaleos fueron momentos muy especiales, estábamos recién acostumbrándonos a un ritmo diario de ejercicio fuerte, recién usando de manera constante la fuerza mental requerida para sostener un viaje de esta naturaleza, y los inicios no fueron fáciles. A los 15 minutos de partir el viaje, siento en mis brazos como pierdo el control de la bicicleta. Al mirar atrás veo que ésta, (Rocinante) se encuentra con un pinchazo. Tardo mucho en repararla, casi una hora debido a la inexperiencia y a las risas constantes del "primo" por este suceso. Sin embargo, en menos de una hora después de reanudar el viaje, debemos detenernos nuevamente. Esta vez es Cristian quien tiene un Pinchazo. Este tema se convirtió en un problema para nosotros, en menos de dos jornadas de pedaleo cada uno llevaba dos pinchaduras, lo cual se volvía desagradable. Decidimos quitar las bandas antipinchazos de Kevlar y santo remedio, no volvimos a pinchar en muchas semanas.
El primer objetivo de nuestra travesía fue cruzar el salar de Atacama, ubicado en el desierto mas árido del mundo que lleva el mismo nombre, Atacama. Más de 200 Km nos separaban entre Baquedano y el siguiente pueblo llamado Peine. Los paisajes eran de película, nada de arboles, mucho sedimento de mineral, y la inmensidad del salar que a cada momento nos llevaba a pensar en la grandeza de la creación. Para atravesar este sector cargamos la bolsa de agua con 10 lts, lo cual creímos que sería suficiente, sin embargo antes del medio día siguiente el agua se nos acabó, y debimos pedalear mas de 40 km soportando una sed terrible.
Finalmente arribamos a Peine, un pueblo pequeño ubicado en medio del desierto, saciamos nuestra sed, nos bañamos en unas piscinas gratuitas y nos ubicamos en una hostal del sector. Los dos primeros días de pedaleo nos dejaron realmente exhaustos y era necesario reponer energías.
Después de recorrer Peine nos dirigimos rumbo a San Pedro de Atacama, debimos pedalear 110 km; lo bueno es que a estas alturas las largas distancias comenzaban a familiarizarse con nosotros. Las largas jornadas nos agotaban cada vez menos.
Una vez pudimos llegar a San Pedro, nos alojamos en la maravillosa casa de mi amiga Thalia, quien nos recibió muy amistosamente junto a su marido César y su pequeño hijo Manke. Ahí descansamos un par de días y repusimos energías suficientes para avanzar hasta Calama, la ciudad en que tomamos un bus hasta el pueblo de Ollagüe en la frontera con Bolivia. Como Criterio del viaje decidimos no tomar tramos en los que el riesgo de atravesarlos fuera alto, y en donde el contacto con poblados fuera escaso o nulo. Entre Calama y Ollagüe no existen poblados, solo campamentos ocasionales de trabajadores y mas de 180 km, por lo que tomar un bus representaba la mejor opción, dado nuestra poca experiencia y considerando que este tramo es de subida, lo cual nos hubiera significado al menos 3 días de viaje sin contacto con gente.
Ya en Ollagüe nos ubicamos en una hostal y comenzamos a hacer amistad con la gente local, a quienes les llamaba mucho la atención nuestras bicicletas. Cristian por dárselas de amistoso, les propuso a los locales jugar un partido de fútbol. En el sector se encuentran alojando personal de diversas empresas que construyen caminos y/o explotan los recursos del salar por lo que armar los equipos fue relativamente fácil. Ya entrada la noche comenzamos a jugar. Después de 20 minutos Cristian comienza a sentir los efectos de la altura. Ollagüe esta ubicado en plena cordillera, sobre los 3600 mts sobre el nivel del mar, y una vez retirado del partido debí literalmente cargarlo hasta la hostal, dado que con mucho esfuerzo podía mantenerse de pié.
Decidímos quedarnos en este pueblo algunos días mas para aclimatarnos bien, dado que el siguiente país sería dificil; en frente teníamos a Bolivia, el país a mayor altura del mundo, y el estar adaptados a la altura geográfica era una variable clave para rendir correctamente.
El primer objetivo de nuestra travesía fue cruzar el salar de Atacama, ubicado en el desierto mas árido del mundo que lleva el mismo nombre, Atacama. Más de 200 Km nos separaban entre Baquedano y el siguiente pueblo llamado Peine. Los paisajes eran de película, nada de arboles, mucho sedimento de mineral, y la inmensidad del salar que a cada momento nos llevaba a pensar en la grandeza de la creación. Para atravesar este sector cargamos la bolsa de agua con 10 lts, lo cual creímos que sería suficiente, sin embargo antes del medio día siguiente el agua se nos acabó, y debimos pedalear mas de 40 km soportando una sed terrible.
Finalmente arribamos a Peine, un pueblo pequeño ubicado en medio del desierto, saciamos nuestra sed, nos bañamos en unas piscinas gratuitas y nos ubicamos en una hostal del sector. Los dos primeros días de pedaleo nos dejaron realmente exhaustos y era necesario reponer energías.
Después de recorrer Peine nos dirigimos rumbo a San Pedro de Atacama, debimos pedalear 110 km; lo bueno es que a estas alturas las largas distancias comenzaban a familiarizarse con nosotros. Las largas jornadas nos agotaban cada vez menos.
Una vez pudimos llegar a San Pedro, nos alojamos en la maravillosa casa de mi amiga Thalia, quien nos recibió muy amistosamente junto a su marido César y su pequeño hijo Manke. Ahí descansamos un par de días y repusimos energías suficientes para avanzar hasta Calama, la ciudad en que tomamos un bus hasta el pueblo de Ollagüe en la frontera con Bolivia. Como Criterio del viaje decidimos no tomar tramos en los que el riesgo de atravesarlos fuera alto, y en donde el contacto con poblados fuera escaso o nulo. Entre Calama y Ollagüe no existen poblados, solo campamentos ocasionales de trabajadores y mas de 180 km, por lo que tomar un bus representaba la mejor opción, dado nuestra poca experiencia y considerando que este tramo es de subida, lo cual nos hubiera significado al menos 3 días de viaje sin contacto con gente.
Ya en Ollagüe nos ubicamos en una hostal y comenzamos a hacer amistad con la gente local, a quienes les llamaba mucho la atención nuestras bicicletas. Cristian por dárselas de amistoso, les propuso a los locales jugar un partido de fútbol. En el sector se encuentran alojando personal de diversas empresas que construyen caminos y/o explotan los recursos del salar por lo que armar los equipos fue relativamente fácil. Ya entrada la noche comenzamos a jugar. Después de 20 minutos Cristian comienza a sentir los efectos de la altura. Ollagüe esta ubicado en plena cordillera, sobre los 3600 mts sobre el nivel del mar, y una vez retirado del partido debí literalmente cargarlo hasta la hostal, dado que con mucho esfuerzo podía mantenerse de pié.
Decidímos quedarnos en este pueblo algunos días mas para aclimatarnos bien, dado que el siguiente país sería dificil; en frente teníamos a Bolivia, el país a mayor altura del mundo, y el estar adaptados a la altura geográfica era una variable clave para rendir correctamente.