Entrando en Nicaragua: La isla de Ometepe.
Como entrar en una máquina del tiempo. Luego de recorrer las prosperas tierras de Costa Rica, entro en una máquina del tiempo y retrocedo unos cuarenta años. Sólo cruzar la frontera y la pobreza golpea, el folklore local se siente en el aire, y la basura comienza a aparecer a los costados del camino. He puesto mis pies en la Centroamérica profunda por primera vez.
Como primer rumbo decido entrar en la isla de Ometepe, pués me encuentro cansado y éste al parecer es un lugar ideal para reponer fuerzas. Luego de unos pocos kilómetros de pedal, llego al pueblo de San Rafael, donde tomo un ferry, que por unos pocos Córdobas (Moneda de Nicaragua) me deja en el poblado de Moyogalpa, ya al interior de la isla, inmersa en el gran lago de Nicaragua.
La isla definitivamente me parece un lugar mágico; sus dos volcanes, su gran laguna dentro de un lago, y la simpatía de la gente local hacen de éste un lugar encantador. Como normalmente me ha pasado con las islas, conversar con la gente local se vuelve interesantísimo, pués el folklore y la mística del lugar sobreabunda. Durante mis días de descanso es que aprovecho de echar un vistazo en Charco Verde. Lugar donde me aconsejan no estar de noche, que cosas extrañas acontecían y de las cuales es mejor cuidarse. Los isleños en general tienen un rico folklore lleno de historias. He aquí una pequeña historia y leyenda desde los rincones de esta isla:
Como primer rumbo decido entrar en la isla de Ometepe, pués me encuentro cansado y éste al parecer es un lugar ideal para reponer fuerzas. Luego de unos pocos kilómetros de pedal, llego al pueblo de San Rafael, donde tomo un ferry, que por unos pocos Córdobas (Moneda de Nicaragua) me deja en el poblado de Moyogalpa, ya al interior de la isla, inmersa en el gran lago de Nicaragua.
La isla definitivamente me parece un lugar mágico; sus dos volcanes, su gran laguna dentro de un lago, y la simpatía de la gente local hacen de éste un lugar encantador. Como normalmente me ha pasado con las islas, conversar con la gente local se vuelve interesantísimo, pués el folklore y la mística del lugar sobreabunda. Durante mis días de descanso es que aprovecho de echar un vistazo en Charco Verde. Lugar donde me aconsejan no estar de noche, que cosas extrañas acontecían y de las cuales es mejor cuidarse. Los isleños en general tienen un rico folklore lleno de historias. He aquí una pequeña historia y leyenda desde los rincones de esta isla:
Y así, luego de algunos días de descanso, reposando en aguas volcánicas, conversando con la gente local, y desfrutando de sus leyendas, es que llega el momento de partir. De disfrutar la libertad de hacer y pensar y de pedalear como un caballero andante del siglo XXI.
Monto Rocinante y me dirijo al pueblo de Alta Gracia, en donde en unas horas partirá el barco hasta Granada. Y que sorpresa me llevo en este lugar. Preparándose para tomar el barco esta Etienne, un ciclista canadiense, pedaleando desde el norte de Canadá que lleva rumbo sur, hasta los confines del mundo, y bajándose del barco Matías, el Italiano con el que ya me he topado cinco veces en el camino. Estos encuentro no son comunes, por lo que es un buen tiempo de conversar, compartir historias, y prepararse para seguir el viaje.
"Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato?." ¡¡¡ que siga el camino, por la Nicaragua profunda!!!
Monto Rocinante y me dirijo al pueblo de Alta Gracia, en donde en unas horas partirá el barco hasta Granada. Y que sorpresa me llevo en este lugar. Preparándose para tomar el barco esta Etienne, un ciclista canadiense, pedaleando desde el norte de Canadá que lleva rumbo sur, hasta los confines del mundo, y bajándose del barco Matías, el Italiano con el que ya me he topado cinco veces en el camino. Estos encuentro no son comunes, por lo que es un buen tiempo de conversar, compartir historias, y prepararse para seguir el viaje.
"Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato?." ¡¡¡ que siga el camino, por la Nicaragua profunda!!!
Recorriendo la Centroamérica profunda
Temprano por la mañana, unas cinco horas después de tomar el barco, junto con Etienne y otro grupo de mochileros es que arribamos a la ciudad de Granada a orillas del lago Nicaragua. Es una bella ciudad; iglesias, antiguas casas, teatros, todo hecho en el antiguo y clásico estilo colonial de algunas ciudades emblemas de Latinoamérica. Aprovechamos de descansar y compartir en este lugar por algunos días. Aquí aprovecho de planificar el resto de la ruta por centroamerica, y a tirar pedal. Rumbo a México.
El primer destino es el Volcán Masaya. En las lenguas indígenas originarias del lugar, el nombre significa "montaña que arde", y luego de algunos años de la llegada de los españoles, este fue apodado la boca del infierno. Los españoles le dieron este nombre, pués según las anotaciones de algunos cronistas, los antiguos consultaban a una bruja en sus interiores, la que según los primeros conquistadores no era nada mas y nada menos que el mismísimo diablo. Es por esta razón en sus cumbres y a un costado del cráter se colocó una gigantesca cruz, con el fin de exorcizar al demonio desde sus interiores.
Un interesante lugar, al cual subí a golpe de pedal.
Luego de esta pequeña parada seguí rumbo norte.
Nicaragua es un país que me ha parecido muy especial. A pesar de que la pobreza abunda por todos lados, sus habitantes siguen siendo ingenuos, alejados de actos maliciosos. Son corteses, amables y hospitalarios. En gran medida me recordaban a sus vecinos costarricences. Y en general, los paisajes de éste país son realmente maravillosos, nada que envidiarle a sus vecinos Costa Rica y Panamá.
Seguí camino rumbo norte, subiendo poco a poco las montañas. La siguiente parada; Estelí. Un bello pueblo, al cual solo llegar y un muchacho se ofreció a guiarme dentro de éste. Un pequeña muestra de la hospitalidad local. Me ubiqué en una banca de la plaza principal y me llegó de regalo un helado. Una familia sentada en una banca al frente les llamo la atención mi bicicleta, y al percatarse de que no era del lugar, además de invitarme al helado, me invitaron a almorzar en su casa. Otra pequeña muestra de la simpatía, sencillez y amabilidad local. En Nicaragua me sentí muy seguro y a gusto.
Luego de esta pequeña parada sigo mi rumbo, hasta llegar al cañon de Somoto.
Nada más llegar al lugar, y unos locales se ofrecen guiarme por el cañon a cambio de unos pocos pesos. La verdad es que por las fotos que me mostraron me pareció muy interesante, por lo que decidí visitar con uno de ellos el lugar, en una caminata de cinco horas.
Nada mas entrar y comienzo a maravillarme de la belleza escénica. Un par de pasos por el sitio y se acaban los caminos. Se hace necesario comenzar a nadar por en medio del cañon. Poco a poco vamos avanzando por cavernas, panales de abejas, senderos, y no puedo hacer nada mas que maravillarme de la belleza.
Luego de unas cuatro horas, llegamos a un punto, en donde al acabarse el camino, es necesario saltar al agua. Una gran roca hace de pared, y se debe escoger desde que altura saltar; dos metros, cinco, diez o veinte. Yo decido saltar desde los diez metros. Luego de saltar y caer al agua, la verdad es que no puedo hacer mas que maravillarme del lugar. Un tipo de paisaje que nunca había visto antes.
Luego de la caminata, uno de los guías me invita a poner la Hamaca en una de sus casas, lugar donde pasó la noche y temprano por la mañana sigo el rumbo, rumbo al siguiente país.
El primer destino es el Volcán Masaya. En las lenguas indígenas originarias del lugar, el nombre significa "montaña que arde", y luego de algunos años de la llegada de los españoles, este fue apodado la boca del infierno. Los españoles le dieron este nombre, pués según las anotaciones de algunos cronistas, los antiguos consultaban a una bruja en sus interiores, la que según los primeros conquistadores no era nada mas y nada menos que el mismísimo diablo. Es por esta razón en sus cumbres y a un costado del cráter se colocó una gigantesca cruz, con el fin de exorcizar al demonio desde sus interiores.
Un interesante lugar, al cual subí a golpe de pedal.
Luego de esta pequeña parada seguí rumbo norte.
Nicaragua es un país que me ha parecido muy especial. A pesar de que la pobreza abunda por todos lados, sus habitantes siguen siendo ingenuos, alejados de actos maliciosos. Son corteses, amables y hospitalarios. En gran medida me recordaban a sus vecinos costarricences. Y en general, los paisajes de éste país son realmente maravillosos, nada que envidiarle a sus vecinos Costa Rica y Panamá.
Seguí camino rumbo norte, subiendo poco a poco las montañas. La siguiente parada; Estelí. Un bello pueblo, al cual solo llegar y un muchacho se ofreció a guiarme dentro de éste. Un pequeña muestra de la hospitalidad local. Me ubiqué en una banca de la plaza principal y me llegó de regalo un helado. Una familia sentada en una banca al frente les llamo la atención mi bicicleta, y al percatarse de que no era del lugar, además de invitarme al helado, me invitaron a almorzar en su casa. Otra pequeña muestra de la simpatía, sencillez y amabilidad local. En Nicaragua me sentí muy seguro y a gusto.
Luego de esta pequeña parada sigo mi rumbo, hasta llegar al cañon de Somoto.
Nada más llegar al lugar, y unos locales se ofrecen guiarme por el cañon a cambio de unos pocos pesos. La verdad es que por las fotos que me mostraron me pareció muy interesante, por lo que decidí visitar con uno de ellos el lugar, en una caminata de cinco horas.
Nada mas entrar y comienzo a maravillarme de la belleza escénica. Un par de pasos por el sitio y se acaban los caminos. Se hace necesario comenzar a nadar por en medio del cañon. Poco a poco vamos avanzando por cavernas, panales de abejas, senderos, y no puedo hacer nada mas que maravillarme de la belleza.
Luego de unas cuatro horas, llegamos a un punto, en donde al acabarse el camino, es necesario saltar al agua. Una gran roca hace de pared, y se debe escoger desde que altura saltar; dos metros, cinco, diez o veinte. Yo decido saltar desde los diez metros. Luego de saltar y caer al agua, la verdad es que no puedo hacer mas que maravillarme del lugar. Un tipo de paisaje que nunca había visto antes.
Luego de la caminata, uno de los guías me invita a poner la Hamaca en una de sus casas, lugar donde pasó la noche y temprano por la mañana sigo el rumbo, rumbo al siguiente país.