El Ingreso a Ecuador
Luego de pagar un par de multas en la frontera con Perú por demorarme mas días de los autorizados, comenzamos a recorrer el Ecuador por la costa, en conjunto con Juan y Raquel. Entramos a este hermoso país por la localidad de Huaquillas, y no bien dimos un par de pasos y comienza a sentirse el cambio de país. El primer día de pedaleo avanzamos hasta el pueblo de Arenilla, algunos kilómetros al norte de la frontera. Fue una sensación muy agradable, pues la gente en el Ecuador nos hacía sentir seguros. Los primeros días, con mucha dificultad pudimos avanzar mas de 30 kilómetros, pues no estábamos acostumbrados a soportar el calor de la costa de este nuevo país. Transpirábamos mucho, y vez que podíamos parar, lo hacíamos.
Rumbo a Guayaquil
Nuestro camino a Guayaquil fue muy agradable, exceptuando por el calor y los mosquitos. Pedaleábamos siempre con la mano derecha levantada, saludando a quien se nos pusiera por delante, quienes cortésmente nos devolvían el saludo, o viceversa ellos nos saludaban primero. De vez en cuando parábamos a bañarnos en balnearios o simplemente comer un helado natural de coco. Así relajado proseguimos el camino. Durante las tardes procurábamos buscar una compañía de bomberos para pasar la noche, quienes siempre cordialmente accedieron y nos cobijaron.
Así pasaron los 3 días hasta que finalmente llegamos a la entrada de Guayaquil. Un muchacho nos señala dos puentes de debíamos atravesar para entrar a la ciudad, y una vez los hubimos pasado se acabó la paz y la tranquilidad. Hordas de vehículos por todas partes dificultaban nuestro paso, sobretodo el mío dado que por razones de seguridad personal manejo mi bicicleta 100% a la defensiva. Nos abrimos paso y finalmente llegamos al parque centenario en donde paramos a descansar. Este parque esta lleno de personas, generalmente mayores, quienes se acercaban a nosotros a conversar. Mucho tiempo estuve conversando con dos de ellos; acerca de la situación del país, las impresiones que el Ecuador me daba y de mi largo viaje. Después de esta parada, y de un sabroso y barato almuerzo en el mercado, me despido de Juan y Raquel; era momento de separar nuestros caminos, ellos seguirían rápidamente rumbo a Colombia, pues ya conocían Guayaquil, y yo me quedaría un par de días en la ciudad para conocer.
Así pasaron los 3 días hasta que finalmente llegamos a la entrada de Guayaquil. Un muchacho nos señala dos puentes de debíamos atravesar para entrar a la ciudad, y una vez los hubimos pasado se acabó la paz y la tranquilidad. Hordas de vehículos por todas partes dificultaban nuestro paso, sobretodo el mío dado que por razones de seguridad personal manejo mi bicicleta 100% a la defensiva. Nos abrimos paso y finalmente llegamos al parque centenario en donde paramos a descansar. Este parque esta lleno de personas, generalmente mayores, quienes se acercaban a nosotros a conversar. Mucho tiempo estuve conversando con dos de ellos; acerca de la situación del país, las impresiones que el Ecuador me daba y de mi largo viaje. Después de esta parada, y de un sabroso y barato almuerzo en el mercado, me despido de Juan y Raquel; era momento de separar nuestros caminos, ellos seguirían rápidamente rumbo a Colombia, pues ya conocían Guayaquil, y yo me quedaría un par de días en la ciudad para conocer.
Atravesando el Ecuador por la Sierra
Luego de descansar un par de días y turistear en Guayaquil, emprendo mi nuevo rumbo. Esta vez el desafío es atravesar gran parte del Ecuador por la sierra. Me dirijo rumbo al pueblo La Troncal, para comenzar a ascender la cordillera por un camino aledaño, sin embargo mis planes cambiaron. Los bomberos de la ciudad me recomendaron otro camino en mejor estado que salía desde el pueblo de Puerto Inca, unos 30 km al sur. Me dirijo hasta este lugar, aprovisiono, y emprendo el ascenso hasta el Parque Nacional Cajas. Las primeras horas de pedaleo fueron realmente duras, pues subir una cuesta de mas de 100 km es en si mismo duro, y con un calor húmedo la dificultad se incrementa aún mas. Luego de ascender algunos kilómetros decido acampar. Al día siguiente, ya en altura, comienzo a apreciar algunas características propias de los paisajes Ecuatorianos, la niebla. Súbitamente una densa neblina me cubrió y difícilmente me dejaba ver mas de 10 mts adelante. Esto fue acompañado de una fría lluvia. Y así prosigo el viaje hasta Cuenca, hermosa y pintoresca ciudad donde decido descansar algunos días mientras visito sus lugares y alrededores. Al entrar en esta ciudad me sentí realmente maravillado. me impresionó la belleza de sus construcciones, las catedrales, conventos, edificios municipales, e inclusive las casas. Todo giraba en torno a una arquitectura tipo colonial realmente bello. Me llamó la atención lo grande que son las casas en este sector del país, principalmente en los pueblos de los alrededores; casas grandes y pintorescas, que en cualquier otro país serían un lujo reservado solo para gente de altos ingresos.
Luego de nuevamente descansar me dirijo rumbo a Ríobamba. El primer día de pedaleo fue algo molesto, pues debí reparar nada menos que tres pinchazos, todos en la misma rueda. Después de algunos pinchazos y acampadas más, llego a un pueblo llamado el Tambo donde pido alojamiento a los bomberos para pasar la noche, quienes amablemente me cedieron una habitación del recinto. Decido parar a descansar nuevamente aquí. José, miembro del cuerpo de bomberos, y quien anhela convertirse en aventurero por el mundo, me mostró algunos lugares en los alrededores, y conocimos interesantes paisajes. los cuales siempre en alguna hora del día eran completamente cubiertos por un manto de neblina. En este lugar del Ecuador decido visitar las ruinas de Ingapirca, restos de la cultura Cañari en donde se veneraba a la Luna al interior de sus recintos.
Luego de descansar en este pueblo prosigo mi camino a Riobamba que me tomó 3 días más. El Ecuador comenzaba a volverse difícil de atravesar, subir y bajar cuestas todo el día se volvió la tónica del viaje, así como la densa neblina que cubría el bosque nuboso de los alrededores. En estas condiciones visité algunos poblados y comunidades locales, en las cuales debí parar en ocasiones debido a intensas lluvias, o el hambre generado por el fuerte desgaste físico. La gente me recibió bien, y me dió buenos lugares para acampar y protegerme de la lluvia. Así es que finalmente llegué hasta Ríobamba, ciudad antigua con el Volcán Chimborazo como telón de fondo. Es en esta ciudad que conozco a Matías, ciclista Italiano pedaleando desde Ushuaia en la Patagonia Argentina hasta Alaska, con quien compartimos algunos datos de las rutas visitadas. Sin embargo decido no parar mas días en esta localidad, y a la mañana siguiente me dirijo rumbo a Baños, donde paro a descansar por tres días. En este pueblo aproveché de realizar interesantes actividades recreativas tales como descender en bicicleta hasta la selva, o recorrer rutas de Trekking, que me dejaron como nuevo para proseguir camino a Quito.
Nuevamente en el camino, me dirijo hacia la laguna Quilotoa, hermosa belleza natural ubicada nada menos que en el cráter de un volcán. Llegar hasta estos parajes no fue fácil, pues implicó dos días de pedaleo subiendo cuestas desde los 1.700 mts de altitud hasta los 4.000 mts. cubriendo una distancia de cerca de 150 km. Una vez llegado a este lugar, y almorzar con agradables lugareños, desciendo a pie hasta la Laguna en donde monto mi carpa y paso la tarde contemplando la naturaleza en soledad.
Luego de nuevamente descansar me dirijo rumbo a Ríobamba. El primer día de pedaleo fue algo molesto, pues debí reparar nada menos que tres pinchazos, todos en la misma rueda. Después de algunos pinchazos y acampadas más, llego a un pueblo llamado el Tambo donde pido alojamiento a los bomberos para pasar la noche, quienes amablemente me cedieron una habitación del recinto. Decido parar a descansar nuevamente aquí. José, miembro del cuerpo de bomberos, y quien anhela convertirse en aventurero por el mundo, me mostró algunos lugares en los alrededores, y conocimos interesantes paisajes. los cuales siempre en alguna hora del día eran completamente cubiertos por un manto de neblina. En este lugar del Ecuador decido visitar las ruinas de Ingapirca, restos de la cultura Cañari en donde se veneraba a la Luna al interior de sus recintos.
Luego de descansar en este pueblo prosigo mi camino a Riobamba que me tomó 3 días más. El Ecuador comenzaba a volverse difícil de atravesar, subir y bajar cuestas todo el día se volvió la tónica del viaje, así como la densa neblina que cubría el bosque nuboso de los alrededores. En estas condiciones visité algunos poblados y comunidades locales, en las cuales debí parar en ocasiones debido a intensas lluvias, o el hambre generado por el fuerte desgaste físico. La gente me recibió bien, y me dió buenos lugares para acampar y protegerme de la lluvia. Así es que finalmente llegué hasta Ríobamba, ciudad antigua con el Volcán Chimborazo como telón de fondo. Es en esta ciudad que conozco a Matías, ciclista Italiano pedaleando desde Ushuaia en la Patagonia Argentina hasta Alaska, con quien compartimos algunos datos de las rutas visitadas. Sin embargo decido no parar mas días en esta localidad, y a la mañana siguiente me dirijo rumbo a Baños, donde paro a descansar por tres días. En este pueblo aproveché de realizar interesantes actividades recreativas tales como descender en bicicleta hasta la selva, o recorrer rutas de Trekking, que me dejaron como nuevo para proseguir camino a Quito.
Nuevamente en el camino, me dirijo hacia la laguna Quilotoa, hermosa belleza natural ubicada nada menos que en el cráter de un volcán. Llegar hasta estos parajes no fue fácil, pues implicó dos días de pedaleo subiendo cuestas desde los 1.700 mts de altitud hasta los 4.000 mts. cubriendo una distancia de cerca de 150 km. Una vez llegado a este lugar, y almorzar con agradables lugareños, desciendo a pie hasta la Laguna en donde monto mi carpa y paso la tarde contemplando la naturaleza en soledad.
Desde Quilotoa rumbo a Quito.
Después de una agradable noche acampando en el cráter de un volcán, y con una impresionante laguna salada de fondo, me levanto a desayunar.
Mientras contemplaba la naturaleza aparecieron tres pequeños, quienes comenzaron a meterse en la carpa, tomar mis cosas, sacar fotos con mi cámara, y en fin, sacarme canas en menos de media hora. A su manera me ayudaron a empacar mis cosas, subo al pueblo nuevamente, y me dirijo rumbo a un mercado indígena ubicado en el pueblo de Zumbahua. Allí compro algunas frutas y me dirijo rumbo a mi destino final que es Quito.
Mientras contemplaba la naturaleza aparecieron tres pequeños, quienes comenzaron a meterse en la carpa, tomar mis cosas, sacar fotos con mi cámara, y en fin, sacarme canas en menos de media hora. A su manera me ayudaron a empacar mis cosas, subo al pueblo nuevamente, y me dirijo rumbo a un mercado indígena ubicado en el pueblo de Zumbahua. Allí compro algunas frutas y me dirijo rumbo a mi destino final que es Quito.
Quito y El Norte de Ecuador
Ecuador encanta; sus paisajes, su gente y la magia de simplemente estar ubicado en el centro del mundo. Al llegar a Quito me encontraba realmente exhausto. Fueron cientos de kilómetros subiendo y bajando la cordillera, trepando hasta las alturas para luego volver a descender, una experiencia maravillosa y realmente agotadora. En Quito, me dirijo inmediatamente a la casa de ciclistas de Carlos. Ahí me reciben muy bien, tanto que decido parar por 4 semanas y descansar el cuerpo como es debido. En esta casa de ciclistas pasó mucha gente durante mi estancia. Jairo (Que en paz descanse) y Fernando, los Biciclimbers, dos españoles recorriendo sudamerica en bicicleta y trepando las altas montañas del continente, Matías, el Italiano con quien me encuentro por tercera vez, y Henrick y Laura.
Durante mi estancia en la casa de Carlos aproveche de compartir bastante con los trabajadores de su taller, estaban insertos en un proyecto revolucionario para Quito; La construcción de 450 bicicletas urbanas, que serian usadas por la ciudadanía para movilizarse y así ayudar a descongestionar las calles. Fue un buen momento para aprender acerca de construcción de bicicletas.
Luego de descansar como es debido y casi por un mes, salgo junto con Matías a recorrer el Norte del Ecuador. Nos levantamos temprano y nos dirigimos rumbo a la laguna Mohandas situada a 3800 msnm. El primer día llegamos hasta Tabacundo, y destinamos la mañana del segundo día para avanzar los últimos 15 km de subida hasta las lagunas. La verdad es que en un principio miramos en menos este tramo, pero a medida que avanzábamos nos dábamos cuenta de que estábamos en la mejor y mas difícil subida de todo el viaje. Pendientes altisimas y la soltura de las tierras hicieron que empujasemos un 60% de la subida, todo un esfuerzo físico, el cual al final tuvo su recompensa; la vista de la hermosa Laguna de Mohandas.
Después de permanecer un buen tiempo en los alrededores de la laguna nos dirigimos rumbo a Otavalo. Este ultimo trecho, de 12 kilómetros de bajada fue realmente agotador. El camino era un empedrado, lo cual hacía que de manera muy dura descendamos. Luego de algunos minutos de bajada Matías sufre una fuerte caída. El estado del terreno lo hizo caer y romper su parrilla delantera. Afortunadamente a los minutos, paso un amable señor en camioneta y nos ayudo a bajar las cosas hasta Otavalo. Al dia siguiente separamos caminos. Matías se devuelve a Quito a reparar su bicicleta y yo sigo recorriendo el Norte de Ecuador.
El siguiente lugar a visitar es Otavalo. Un lugar maravilloso, con gente increíblemente amable que se caracteriza por tener un mercado antiquísimo, cuyos inicios se remontan hasta antes de la llegada de los Incas. Pero decido no parar en este lugar. Mi siguiente destino es recorrer los alrededores; Ibarra, ciudad con toques coloniales y muy multicultural con la laguna Yaguarcocha por detrás, Peguche; un Pueblo indígena con una bella cascada internada en un bosque de altura, la laguna San Pablo, y finalmente llegar al maravilloso pueblo de Tumbaco.
Durante mi estancia en la casa de Carlos aproveche de compartir bastante con los trabajadores de su taller, estaban insertos en un proyecto revolucionario para Quito; La construcción de 450 bicicletas urbanas, que serian usadas por la ciudadanía para movilizarse y así ayudar a descongestionar las calles. Fue un buen momento para aprender acerca de construcción de bicicletas.
Luego de descansar como es debido y casi por un mes, salgo junto con Matías a recorrer el Norte del Ecuador. Nos levantamos temprano y nos dirigimos rumbo a la laguna Mohandas situada a 3800 msnm. El primer día llegamos hasta Tabacundo, y destinamos la mañana del segundo día para avanzar los últimos 15 km de subida hasta las lagunas. La verdad es que en un principio miramos en menos este tramo, pero a medida que avanzábamos nos dábamos cuenta de que estábamos en la mejor y mas difícil subida de todo el viaje. Pendientes altisimas y la soltura de las tierras hicieron que empujasemos un 60% de la subida, todo un esfuerzo físico, el cual al final tuvo su recompensa; la vista de la hermosa Laguna de Mohandas.
Después de permanecer un buen tiempo en los alrededores de la laguna nos dirigimos rumbo a Otavalo. Este ultimo trecho, de 12 kilómetros de bajada fue realmente agotador. El camino era un empedrado, lo cual hacía que de manera muy dura descendamos. Luego de algunos minutos de bajada Matías sufre una fuerte caída. El estado del terreno lo hizo caer y romper su parrilla delantera. Afortunadamente a los minutos, paso un amable señor en camioneta y nos ayudo a bajar las cosas hasta Otavalo. Al dia siguiente separamos caminos. Matías se devuelve a Quito a reparar su bicicleta y yo sigo recorriendo el Norte de Ecuador.
El siguiente lugar a visitar es Otavalo. Un lugar maravilloso, con gente increíblemente amable que se caracteriza por tener un mercado antiquísimo, cuyos inicios se remontan hasta antes de la llegada de los Incas. Pero decido no parar en este lugar. Mi siguiente destino es recorrer los alrededores; Ibarra, ciudad con toques coloniales y muy multicultural con la laguna Yaguarcocha por detrás, Peguche; un Pueblo indígena con una bella cascada internada en un bosque de altura, la laguna San Pablo, y finalmente llegar al maravilloso pueblo de Tumbaco.
Tumbaco y Las Tierras del Oriente
Luego de recorrer las tierras del norte de Ecuador, me dirijo rumbo a Tumbaco. Un bello pueblo al lado de Quito en donde me recibe el gran Santiago Lara, dueño de una de las casas de ciclistas mas antiguas de Latinoamérica. Al llegar a este sitio inmediatamente me siento como en casa, la calidez de Santiago y su familia, hace que este sea un lugar imperdible para los locos que viajan en bicicleta. En este sitio, y en mi primera vuelta conozco a Jorge y Arthur; dos locos en bicicleta recorriendo America. Decidimos partir juntos rumbo al parque nacional Cotopaxi, en donde aprovechamos de visualizar la belleza de su hermoso volcán, sus paisajes, y tratar de ver un cóndor, lo cual no fue posible. Ya en este lugar y junto con los guardaparques, subimos hasta el refugio de la montaña, donde pudimos apreciar una hermosa vista del Rumiñahui, el Pasachoa, y lanzarnos cuesta abajo rumbo a la entrada principal. Genial tiempo con estos dos aventureros, y luego de este corto paseo separamos caminos, ellos rumbo sur, y yo rumbo a la casa de Santiago, en donde aprovecho de cambiar el grupo completo. Después de meses de aporreo la bicicleta está K.O y pidiendo repuestos urgentes.
Luego de esta vuelta y mi segunda llegada a la casa de Santiago, reparamos la bicicleta y la dejamos como nueva con un grupo Deore. Ya han pasado buena cantidad de semanas desde mi llegada, y es hora de partir rumbo a las tierras orientales del Ecuador. La salida de Tumbaco no es fácil, es un lugar donde me sentí como en casa y pude compartir con gente maravillosa. Un saludo a quienes ayudaron embellecer este momento, Santiago y su familia, y a los aventureros Jorge, Arthur, Johan, Marie y Sebastián. A todos un abrazo!!!.
La salida de Tumbaco, además de tener una fuerte componente emocional, tiene una fuerte subida de 50 km en los que literalmente se trepa la cordillera de Los Andes hasta llegar a los 4050 msnm. Decido subir siguiendo el viejo camino del tren hasta Pifo, ya van 20 km por un camino bellísimo entre las montañas y lo que es mejor, sin autos en la vía, luego sin otra opción tomé la carretera y comienzo la ascención hasta la virgen, el paso mas alto durante mi estancia en Ecuador. Ya en este lugar busco un sitio para acampar con el maravilloso Antisana como telón de fondo.
Al día siguiente empieza el gran día, el descenso rumbo al oriente para luego internarme en el Amazonas desde el Ecuador. El descenso es largo, pasando por las gélidas tierras de las altura y lentamente cambiando la vegetación y aumentando el calor. Los paisajes son de películas, las cascadas, los ríos, las montañas y los animales posibles de ver. Me dirijo rumbo a la cascada San Rafael en donde contemplo un maravilloso espectáculo de la Naturaleza, una caída de agua de 160 mts, estrépitosa, poderosa, que hipnotiza con su ruido, y finalmente sigo rumbo a Lago Agrio,y luego de unas pocas picadas de mosquitos ahí me dirijo rumbo al Coca, ciudad Petrolera en medio de la selva. Es en este punto en donde se me acaban los caminos, y me decido a comenzar a atravesar la maravillosa y salvaje selva amazónica.
Luego de esta vuelta y mi segunda llegada a la casa de Santiago, reparamos la bicicleta y la dejamos como nueva con un grupo Deore. Ya han pasado buena cantidad de semanas desde mi llegada, y es hora de partir rumbo a las tierras orientales del Ecuador. La salida de Tumbaco no es fácil, es un lugar donde me sentí como en casa y pude compartir con gente maravillosa. Un saludo a quienes ayudaron embellecer este momento, Santiago y su familia, y a los aventureros Jorge, Arthur, Johan, Marie y Sebastián. A todos un abrazo!!!.
La salida de Tumbaco, además de tener una fuerte componente emocional, tiene una fuerte subida de 50 km en los que literalmente se trepa la cordillera de Los Andes hasta llegar a los 4050 msnm. Decido subir siguiendo el viejo camino del tren hasta Pifo, ya van 20 km por un camino bellísimo entre las montañas y lo que es mejor, sin autos en la vía, luego sin otra opción tomé la carretera y comienzo la ascención hasta la virgen, el paso mas alto durante mi estancia en Ecuador. Ya en este lugar busco un sitio para acampar con el maravilloso Antisana como telón de fondo.
Al día siguiente empieza el gran día, el descenso rumbo al oriente para luego internarme en el Amazonas desde el Ecuador. El descenso es largo, pasando por las gélidas tierras de las altura y lentamente cambiando la vegetación y aumentando el calor. Los paisajes son de películas, las cascadas, los ríos, las montañas y los animales posibles de ver. Me dirijo rumbo a la cascada San Rafael en donde contemplo un maravilloso espectáculo de la Naturaleza, una caída de agua de 160 mts, estrépitosa, poderosa, que hipnotiza con su ruido, y finalmente sigo rumbo a Lago Agrio,y luego de unas pocas picadas de mosquitos ahí me dirijo rumbo al Coca, ciudad Petrolera en medio de la selva. Es en este punto en donde se me acaban los caminos, y me decido a comenzar a atravesar la maravillosa y salvaje selva amazónica.