Los inicios en la Amazonía
Después de algunos de días de pedaleo, impresionantes paisajes de transición entre la cordillera y selva, y por lo demás algunas pocas picadas de mosquitos, arribo a la ciudad del Coca. Esta ciudad, si bien pequeña en tamaño es una de las principales fuentes de ingreso del país, estando fuertemente asociada a la explotación de las reservas petroleras. La ciudad en si misma no posee muchos encantos, sin embargo, sus alrededores se caracterizan por poseer una interesante cantidad de atractivos turísticos como poblados indígenas, parques nacionales, muy vastos en flora y fauna y la confluencia de tres ríos que ocurre en las afueras de la ciudad, el Río Coca y el Payamino se unen al interesante Río Napo.
A estas alturas de viaje ya he aprendido a sobrevivir sin hacer uso de hostales (La imprevisibilidad hace que el viaje sea más interesante) y me dirijo a la estación de bomberos, donde descanso algunos días antes de partir rumbo a Roca Fuerte, el pequeño pueblo que hace frontera con el país de Perú.
En esta ciudad del Coca hago inicio de mi lento movimiento hacia el este, los caminos para transitar en bicicleta se han acabado, por lo que debo buscar formas alternativas para movilizarme, comienzo a hacer ingesta de medicamentos para evitar la Malaria, la cual sería mortal si me pilla en medio de la selva lejos de toda ayuda médica posible. Esta nueva aventura inserta como parte de una mayor da su inicio.
Para llegar al pueblo de Nuevo Rocafuerte, la única posibilidad es realizarlo a través de vía fluvial. Afortunadamente una pequeña lancha sale con este rumbo dos veces por semana, y decido abordarla.
Por primera vez me encuentro navegando unos de los grandes ríos amazónicos (El Maravilloso Napo). El recorrido es muy folklórico, decenas de personas habitan en sus riveras en chozas. El contacto de estas personas con la ciudad es muy reducido, pues quedan muy apartados, y la vía fluvial es la única alternativa, sin embargo se las arreglan para vivir contentos y con todo lo que necesitan. Generalmente tienen chacras en trozos de selva que habilitan para el desarrollo de la agricultura.
Me siento muy a gusto en este inicio del recorrido de la cuenca amazónica; paisajes nuevos, gente y costumbres nuevas, le dan un toque especial al recorrido. Especial mención merece el siguiente hecho: Después de algunas horas de viaje, un pasajero de la lancha divisa una guangana (Cerdo Salvaje) atrapada en medio de una isla en el río. Los pasajeros comienzan todos a mirar al pobre animal, algunos con una evidente cara de hambre. El Capitán da la orden de detener la pequeña embarcación, un par de pasajeros desciende y salen corriendo detrás del cerdito, el cual huye desesperado sin una dirección definida, pues estaba atrapado en una pequeña isla. Después de algunos minutos de persecución, y el pobre animal verse totalmente cercado, un pasajero diablo le asesta un par de palos hasta acabar con su vida. Suben el “asado” al barco con la intención de comerlo en sus casas, pero sin embargo en la siguiente parada este requisado por la policía, lo cual no impidió que algunos pasajeros se llevaran unas buenas porciones de carne. En fin, finalmente los policías fueron quienes se quedaron con el banquete.
A estas alturas de viaje ya he aprendido a sobrevivir sin hacer uso de hostales (La imprevisibilidad hace que el viaje sea más interesante) y me dirijo a la estación de bomberos, donde descanso algunos días antes de partir rumbo a Roca Fuerte, el pequeño pueblo que hace frontera con el país de Perú.
En esta ciudad del Coca hago inicio de mi lento movimiento hacia el este, los caminos para transitar en bicicleta se han acabado, por lo que debo buscar formas alternativas para movilizarme, comienzo a hacer ingesta de medicamentos para evitar la Malaria, la cual sería mortal si me pilla en medio de la selva lejos de toda ayuda médica posible. Esta nueva aventura inserta como parte de una mayor da su inicio.
Para llegar al pueblo de Nuevo Rocafuerte, la única posibilidad es realizarlo a través de vía fluvial. Afortunadamente una pequeña lancha sale con este rumbo dos veces por semana, y decido abordarla.
Por primera vez me encuentro navegando unos de los grandes ríos amazónicos (El Maravilloso Napo). El recorrido es muy folklórico, decenas de personas habitan en sus riveras en chozas. El contacto de estas personas con la ciudad es muy reducido, pues quedan muy apartados, y la vía fluvial es la única alternativa, sin embargo se las arreglan para vivir contentos y con todo lo que necesitan. Generalmente tienen chacras en trozos de selva que habilitan para el desarrollo de la agricultura.
Me siento muy a gusto en este inicio del recorrido de la cuenca amazónica; paisajes nuevos, gente y costumbres nuevas, le dan un toque especial al recorrido. Especial mención merece el siguiente hecho: Después de algunas horas de viaje, un pasajero de la lancha divisa una guangana (Cerdo Salvaje) atrapada en medio de una isla en el río. Los pasajeros comienzan todos a mirar al pobre animal, algunos con una evidente cara de hambre. El Capitán da la orden de detener la pequeña embarcación, un par de pasajeros desciende y salen corriendo detrás del cerdito, el cual huye desesperado sin una dirección definida, pues estaba atrapado en una pequeña isla. Después de algunos minutos de persecución, y el pobre animal verse totalmente cercado, un pasajero diablo le asesta un par de palos hasta acabar con su vida. Suben el “asado” al barco con la intención de comerlo en sus casas, pero sin embargo en la siguiente parada este requisado por la policía, lo cual no impidió que algunos pasajeros se llevaran unas buenas porciones de carne. En fin, finalmente los policías fueron quienes se quedaron con el banquete.
Rumbo a las profundidades de la selva, y a remo!!!
En una calida tarde a finales del mes de Junio, arribo a la frontera Ecuatoriana con Perú, en el interesante pueblo de Roca Fuerte. Este es un pequeño poblado, compuesto por un par de cuadras y todo lo necesario para que una comunidad pueda vivir dentro de éstas. Un centro médico, iglesias evangélicas y católicas, centro de salud, oficinas de inmigraciones, un par de hoteles, y 14 guías turísticos. Tan solo poner un pie en éste pueblo y Fernando, un peruano establecido en Ecuador trabajando como guía turístico, me ayuda a encontrar inmediatamente un lugar donde colocar mi carpa y dormir gratis. En Roca Fuerte la gente es muy amable, siempre tiene un tema conversación y siempre saluda, una actitud propia de los pueblos pequeños. Inclusive, dado que entable amistad con algunos peruanos recién llegados en vano me advertian: Tenga cuidado con esos peruanos, lo van a robar!!!, lo cual no era mas que un prejuicio a su pueblo vecino, pués si no fuera por los peruanos aún estaría esperando barco de carga para salir de la zona fronteriza.
Durante los días de mi estancia en Rocafuerte, me hospedé en la humilde casa de Hamer, un peruano radicado en Ecuador que trabaja como carpintero para poder sobrevivir, y que a su vez recibe en su casa una cantidad grande de compatriotas en busca de oportunidades en el vecino país. En esta casa conocí a Edinson, un indigena de la selva peruana, quien no tenía dinero para comprar combustible y viajar de vuelta a su tierra, por lo que hacímos un acuerdo, le doy un par de dólares, un par de galones de combustible, y viajaríamos en Canoa Motorizada rumbo a Santa Clotilde, en las profundidades de la selva peruana. Para internarse en la selva amazónica, es necesario esperar un barco de carga, que pasa por el aislado pueblo de Pantoja (dos horas en canoa de Roca Fuerte) nada menos que una vez al mes, y para peor, el barco salió en los dias de mi arribo a Roca Fuerte, así que este acuerdo con Edinson, que por lo demás es baratisimo, me vino muy bien.
Salimos de Ecuador el día 1 de Julio, timbro los sellos de salida y entrada en el pasaporte, y a las pocas horas de partir el motor de la canoa no funciona mas. Vanos son los intentos por rehabilitarlo, y lo curioso es que en ese sector del rio Napo solo se ven indigenas en las riberas y sus chozas. En fin no queda mas que remar. Embarcaciones recuerdo solo haber visto un par, que iban en sentido contrario remontando las suaves corrientes del gigantesco río Napo, por lo que cambiar de embarcación no es una alternativa.
Cinco días de remo en total, en una pequeña canoa y con un indigena que conoce muy bien la selva, fueron el resultado de esta pana. Sin embargo es un tiempo de aprendizaje tremendo, Edinson me mostraba los diversos animales de la selva y sus nombres, los diversos árboles, las plantas y todo lo que la selva provee para el sustento de sus moradores. Visitamos amigos de él en aldeas a orillas del rio, los cuales tienen por costumbre ofrecer Mazato; un tipo de chicha de yuca que siempre es bienvenido, armamos campamentos a un costado del rio en plena selva, y tiramos redes en el río para mejorar nuestras comidas con un buen pescado.
Fue un momento excelente, a veces remando, otras veces por el cansancio simplemente dejandonos llevar por la corriente rio abajo, mas siempre contemplando las aves volar, las tortugas tomando sol en troncos en medio del rio, y las espectaculares puestas de sol y amaneceres, en medio de la soledad de la selva.
Durante los días de mi estancia en Rocafuerte, me hospedé en la humilde casa de Hamer, un peruano radicado en Ecuador que trabaja como carpintero para poder sobrevivir, y que a su vez recibe en su casa una cantidad grande de compatriotas en busca de oportunidades en el vecino país. En esta casa conocí a Edinson, un indigena de la selva peruana, quien no tenía dinero para comprar combustible y viajar de vuelta a su tierra, por lo que hacímos un acuerdo, le doy un par de dólares, un par de galones de combustible, y viajaríamos en Canoa Motorizada rumbo a Santa Clotilde, en las profundidades de la selva peruana. Para internarse en la selva amazónica, es necesario esperar un barco de carga, que pasa por el aislado pueblo de Pantoja (dos horas en canoa de Roca Fuerte) nada menos que una vez al mes, y para peor, el barco salió en los dias de mi arribo a Roca Fuerte, así que este acuerdo con Edinson, que por lo demás es baratisimo, me vino muy bien.
Salimos de Ecuador el día 1 de Julio, timbro los sellos de salida y entrada en el pasaporte, y a las pocas horas de partir el motor de la canoa no funciona mas. Vanos son los intentos por rehabilitarlo, y lo curioso es que en ese sector del rio Napo solo se ven indigenas en las riberas y sus chozas. En fin no queda mas que remar. Embarcaciones recuerdo solo haber visto un par, que iban en sentido contrario remontando las suaves corrientes del gigantesco río Napo, por lo que cambiar de embarcación no es una alternativa.
Cinco días de remo en total, en una pequeña canoa y con un indigena que conoce muy bien la selva, fueron el resultado de esta pana. Sin embargo es un tiempo de aprendizaje tremendo, Edinson me mostraba los diversos animales de la selva y sus nombres, los diversos árboles, las plantas y todo lo que la selva provee para el sustento de sus moradores. Visitamos amigos de él en aldeas a orillas del rio, los cuales tienen por costumbre ofrecer Mazato; un tipo de chicha de yuca que siempre es bienvenido, armamos campamentos a un costado del rio en plena selva, y tiramos redes en el río para mejorar nuestras comidas con un buen pescado.
Fue un momento excelente, a veces remando, otras veces por el cansancio simplemente dejandonos llevar por la corriente rio abajo, mas siempre contemplando las aves volar, las tortugas tomando sol en troncos en medio del rio, y las espectaculares puestas de sol y amaneceres, en medio de la soledad de la selva.
En la triple frontera: Perú, Colombia, Brasil
Después de una buena cantidad de dias viajando a remo sobre una canoa, y una cantidad grandísima de picadas de mosquitos (mas de alguna vez temí contraer alguna enfermedad tropical) consigo cordinar viajar con un barco de carga rumbo a Iquitos, en plena selva peruana.
Iquitos es una ciudad ubicada en el corazón de la selva peruana, y se dice que es la ciudad mas grande del mundo a la cual no se puede acceder por tierra. Esta ciudad a pesar de su aislamiento terrestre, está comunicada con otros países a través del majestuoso Río Amazonas, pudiendo ser posible desde este punto el arribo a Leticia en Colombia o Tabatinga en Brasil. En este lugar conozco un buen numero de amistosos peruanos, sin embargo, decido partir pronto rumbo a la frontera. Para lo cual tomo un barco de carga desde el puerto de esta ciudad.
Mi intención de tomar barcos en este sector, es ver como viajan y viven las personas en las ciudades y pueblos de la amazonía, e internalizar su cultura y formas de vida. Al subir al barco, algo me dice que el viaje será muy folklorico, y en efecto así fue. Ubique mis cosas como pude, dentro de un espacio muy reducido para colocar casi un centenar de hamacas. Al partir el barco, comienzo a ver la escencia de ese sector del país. Despues de un día de viaje, el barco empieza a hacer paradas en pequeños pueblos, y mi burra, comienza a ser continuamente reubicada. Un señor de aspecto campesino sube al barco, y con el carga dos chanchos y unos cinco bueyes. El espectáculo es sobrecogedor, pués los animales se niegan a subir, y son jalados fuertemente arriba. Algunos caen desde barrancos, otros caen al río, pero al final todos quedan arriba del barco, y justo al lado de "Rocinante, la burra de metal". Así continua el viaje, subiendo y bajando animales, la tripulación que en su mayoría eran gays, y los policias que nos acompañaban bebiendo cervezas.
Y así, en un monótono paisaje alternando entre selva y ríos, y luego ríos y selva, el barco arriba a la triple frontera donde sello el pasaporte. La triple frontera es un lugar muy particular en este sector del continente, en donde las culturas de tres naciones se mezclan para dar forma a la cultura amazónica de la frontera. Las ciudades que forman parte de este lugar son Santa Rosa (Perú) que no es mas que un par de casas, y cruzando el río se encuentran juntas Leticia (Colombia) con un tamaño apropiado, linda gente, y toda la infraestructura turística apropiada y Tabatinga (Brasil). En este sector del mundo se puede decir que los límites fronterizos son meramente imaginarios, siendo libre el tránsito entre una y otra nación.
En Leticia se dió algo muy particular, coincidimos en el mismo alojamiento con Rafael, un Ecuatoriano recorriendo el mundo en bicicleta junto a su novia. Curioso hecho, similar aventura y mismo tiempo para conocernos. Aprovechamos de hacer una buena amistad y planear algunas aventuras en la selva amazónica con nuestras bicicletas.
En esta misma ciudad fue un momento muy propicio para desarrollar amistades, y la buena onda se sentía en el aire. Armamos un buen grupo internacional compuesto por Germán (Colombia), Rafael (Ecuador), Margerie (Francia), Lamia (Marruecos), con quienes compartimos algunas buenas comidas,viajes y paseos alrededor de la ciudad y un carnaval intercultural amazónico. Así tambien el encanto de Alejandra (Colombia) y la simpatía de Rosie (Quien me acompaño desde este punto hasta la ciudad de Belém en Brasil) hicieron de este un lugar excelente para estar por una semana. A todos un gran saludo.
Iquitos es una ciudad ubicada en el corazón de la selva peruana, y se dice que es la ciudad mas grande del mundo a la cual no se puede acceder por tierra. Esta ciudad a pesar de su aislamiento terrestre, está comunicada con otros países a través del majestuoso Río Amazonas, pudiendo ser posible desde este punto el arribo a Leticia en Colombia o Tabatinga en Brasil. En este lugar conozco un buen numero de amistosos peruanos, sin embargo, decido partir pronto rumbo a la frontera. Para lo cual tomo un barco de carga desde el puerto de esta ciudad.
Mi intención de tomar barcos en este sector, es ver como viajan y viven las personas en las ciudades y pueblos de la amazonía, e internalizar su cultura y formas de vida. Al subir al barco, algo me dice que el viaje será muy folklorico, y en efecto así fue. Ubique mis cosas como pude, dentro de un espacio muy reducido para colocar casi un centenar de hamacas. Al partir el barco, comienzo a ver la escencia de ese sector del país. Despues de un día de viaje, el barco empieza a hacer paradas en pequeños pueblos, y mi burra, comienza a ser continuamente reubicada. Un señor de aspecto campesino sube al barco, y con el carga dos chanchos y unos cinco bueyes. El espectáculo es sobrecogedor, pués los animales se niegan a subir, y son jalados fuertemente arriba. Algunos caen desde barrancos, otros caen al río, pero al final todos quedan arriba del barco, y justo al lado de "Rocinante, la burra de metal". Así continua el viaje, subiendo y bajando animales, la tripulación que en su mayoría eran gays, y los policias que nos acompañaban bebiendo cervezas.
Y así, en un monótono paisaje alternando entre selva y ríos, y luego ríos y selva, el barco arriba a la triple frontera donde sello el pasaporte. La triple frontera es un lugar muy particular en este sector del continente, en donde las culturas de tres naciones se mezclan para dar forma a la cultura amazónica de la frontera. Las ciudades que forman parte de este lugar son Santa Rosa (Perú) que no es mas que un par de casas, y cruzando el río se encuentran juntas Leticia (Colombia) con un tamaño apropiado, linda gente, y toda la infraestructura turística apropiada y Tabatinga (Brasil). En este sector del mundo se puede decir que los límites fronterizos son meramente imaginarios, siendo libre el tránsito entre una y otra nación.
En Leticia se dió algo muy particular, coincidimos en el mismo alojamiento con Rafael, un Ecuatoriano recorriendo el mundo en bicicleta junto a su novia. Curioso hecho, similar aventura y mismo tiempo para conocernos. Aprovechamos de hacer una buena amistad y planear algunas aventuras en la selva amazónica con nuestras bicicletas.
En esta misma ciudad fue un momento muy propicio para desarrollar amistades, y la buena onda se sentía en el aire. Armamos un buen grupo internacional compuesto por Germán (Colombia), Rafael (Ecuador), Margerie (Francia), Lamia (Marruecos), con quienes compartimos algunas buenas comidas,viajes y paseos alrededor de la ciudad y un carnaval intercultural amazónico. Así tambien el encanto de Alejandra (Colombia) y la simpatía de Rosie (Quien me acompaño desde este punto hasta la ciudad de Belém en Brasil) hicieron de este un lugar excelente para estar por una semana. A todos un gran saludo.
En el país de la Samba
Se siente el cambio de sabor al entrar a Brasil; sus comidas típicas excelentes, sus bellas mujeres, y la alegría de simplemente vivir, hacen de este país un lugar espectacular y muy acogedor.
En este primer recorrido por el Río Amazonas, se adiciona a mi viaje Rosie, una incansable viajera, quien a sus tiernos 23 años, tiene más paises recorridos que los que tendría cualquier persona normal ya en una vejez avanzada. Rosie fue mi compañera de viaje desde Tabatinga, en la entrada a Brasil hasta Belém, cerca de la desembocadura del gran Amazonas en el Atlántico.
Comenzamos recorriendo Brasil con un boleto a Manaus en la mano, y en un barco que al compararlo con las embarcaciones peruanas definitivamente parece un crucero de lujo.
Tres días de viaje por la selva, observando selva y mas selva, hablando a ratos el portugues. Idioma que en un comienzo no conseguía entenderlo, pero con el correr de los días el oído se iba afinando cada vez más. El arribo a esta aislada ciudad fue impresionante. Luego de venir un buen par de días por el gigantesco amazonas, se divisa a lo lejos un nuevo río gigante, a primera vista mayor que el Amazonas, se trata nada menos que del río Negro, en cuyas riberas se encuentra esta ciudad.
Poco a poco la embarcación comienza a cambiar de río, atrás queda el Solimões y ahora comenzamos a navegar el río Negro, el cual por cerca de 7 kilometro danza con el amazonas sin mezclarse una sola gota. Una danza de afluentes que termina con el río negro devorado y sus aguas tomando el color del Amazonas.
Luego de visitar Manaus sigo con el lento movimiento hacia el este. Bien especial es el país de Brasil, y dificil describirlo con palabras por su diversidad. El siguiente destino es Alter do Chão. Un lugar bellísimo con playas a orillas de río que dan la sensación de estar en el caribe en vez de la selva. Con Rosie entablamos amistad con algunos Hippies quienes nos invitan a hospedar en su casa. Una semana de relajo total, hamacas, sol, playa hacen de este lugar increíble para relajarse. La vida nocturna es fuerte en este pueblo, y conocemos mucha gente más. Entro ellos destaco a Thiago y su hermano Pedro con quienes guitarreamos en la plaza, posteriormente tomamos juntos el barco rumbo a Belém, y finalmente nos invitaron a casa de sus padres en el pueblo de Vila dos Cabanos, donde aprovechamos de visitar algunas nacientes de rios y navegar a vela el río Para.
Ya en Belém y luego de un merecido descanso comienzan los preparativos para seguir con esta aventura. Ahora vienen las Guyanas y la barrera de los idiomas desconocidos debe ser saltada una vez más.
Un gran saludo a los amazonenses que me recibieron durante el paso por la selva, El Peruano Henrik , el Colombiano Felipe, los brasileños Wallace, Luana, y los grandes Thiago y Pedro.
En este primer recorrido por el Río Amazonas, se adiciona a mi viaje Rosie, una incansable viajera, quien a sus tiernos 23 años, tiene más paises recorridos que los que tendría cualquier persona normal ya en una vejez avanzada. Rosie fue mi compañera de viaje desde Tabatinga, en la entrada a Brasil hasta Belém, cerca de la desembocadura del gran Amazonas en el Atlántico.
Comenzamos recorriendo Brasil con un boleto a Manaus en la mano, y en un barco que al compararlo con las embarcaciones peruanas definitivamente parece un crucero de lujo.
Tres días de viaje por la selva, observando selva y mas selva, hablando a ratos el portugues. Idioma que en un comienzo no conseguía entenderlo, pero con el correr de los días el oído se iba afinando cada vez más. El arribo a esta aislada ciudad fue impresionante. Luego de venir un buen par de días por el gigantesco amazonas, se divisa a lo lejos un nuevo río gigante, a primera vista mayor que el Amazonas, se trata nada menos que del río Negro, en cuyas riberas se encuentra esta ciudad.
Poco a poco la embarcación comienza a cambiar de río, atrás queda el Solimões y ahora comenzamos a navegar el río Negro, el cual por cerca de 7 kilometro danza con el amazonas sin mezclarse una sola gota. Una danza de afluentes que termina con el río negro devorado y sus aguas tomando el color del Amazonas.
Luego de visitar Manaus sigo con el lento movimiento hacia el este. Bien especial es el país de Brasil, y dificil describirlo con palabras por su diversidad. El siguiente destino es Alter do Chão. Un lugar bellísimo con playas a orillas de río que dan la sensación de estar en el caribe en vez de la selva. Con Rosie entablamos amistad con algunos Hippies quienes nos invitan a hospedar en su casa. Una semana de relajo total, hamacas, sol, playa hacen de este lugar increíble para relajarse. La vida nocturna es fuerte en este pueblo, y conocemos mucha gente más. Entro ellos destaco a Thiago y su hermano Pedro con quienes guitarreamos en la plaza, posteriormente tomamos juntos el barco rumbo a Belém, y finalmente nos invitaron a casa de sus padres en el pueblo de Vila dos Cabanos, donde aprovechamos de visitar algunas nacientes de rios y navegar a vela el río Para.
Ya en Belém y luego de un merecido descanso comienzan los preparativos para seguir con esta aventura. Ahora vienen las Guyanas y la barrera de los idiomas desconocidos debe ser saltada una vez más.
Un gran saludo a los amazonenses que me recibieron durante el paso por la selva, El Peruano Henrik , el Colombiano Felipe, los brasileños Wallace, Luana, y los grandes Thiago y Pedro.