Entrando en Panamá
Entrar en Panamá la verdad es que fue complicado, oficialmente la frontera mas enredada de toda mi travesía. Al estar en Capurgana (Colombia) afortunadamente conocí a Laurent, un francés que me advirtió de esta complicación y me dió un pasaje falso a mi nombre desde ciudad de Panamá a Santiago de Chile. Creí que no lo necesitaría, pero literalmente eso salvo la continuidad de mi viaje.
En este lugar y frontera con Panamá, conocí a una pareja de chilenos, con quienes hice una muy buena amistad: el Cochón y la Fini, quienes se encontraban disfrutando de sus vacaciones. En un comienzo estabamos planificando como pasar a Panamá, (pués es necesario moverse por vía marítima varios cientos de kilómetros hasta llegar a tierra firme y poder continuar con el pedal), y conseguimos una "excelente" opción para pasar en Velero. Sólo, debíamos tomar una lancha a Puerto Obaldía en Panamá, timbrar el pasaporte, volver a Sapzurro en Colombia, y comenzar el viaje. Algo no suena bien a estas alturas, pero que más dá. Conseguimos timbrar el ingreso, mostrando pasajes falsos y haciendo toda suerte de malabares, pues la entrada por esta frontera literalmente depende del estado de ánimo del oficial; y cuando nos vamos a devolver a tomar la embarcación resultó ser que el oficial se enteró de nuestra vuelta a Colombia, y nos prohibió tajantemente tomar la lancha, so pena de detención policial, y anulación del timbre de ingreso. ¡Mierda! yo estoy en Panamá y mis cosas en un velero en Colombia.
Esa noche, los pasajeros del velero nos fuimos a dormir a la plaza del pueblo, ¡que frio! y a la mañana siguiente tomamos una lancha rumbo a Sapzurro, aunque le dijimos a la policia que ibámos a una playa Panameña cercana, y todo confabulado con el lanchero partimos. Yo necesito recuperar mis cosas, así que no tengo tiempo de timbres.
Ya en el velero, yo y la pareja de Chilenos comenzamos a ver cosas que no nos cuadran, paquetes extraños, tripulación con ojos idos. Nos preguntábamos porque el velero no nos acompañaba a timbrar el pasaporte y seguir viaje. Definitivamente algo anda mal, y no quiero estar involucrado en lo mas mínimo. Así que literalmente a último segundo nos bajamos de la embarcación, yo saco mis cosas, y nos dirijimos nuevamente a Puerto Obaldía, La frontera de las mil complicaciones.
En este lugar nos quedamos algunos días esperando una lancha que fuera tierra adentro, o en mi caso un carguero. Yo quería irme en un barco, pero mi consciencia me decía que no es bueno que pase mucho tiempo sin comunicación con mis seres queridos, así que cuando el barco pasó y me pude subir no lo hice. A estas alturas ya no tengo dinero para llegar hasta tierra firme, pero no me preocupa, siempre que me encuentro en problemas la solución aparece por sí sola. Así es que con los últimos pesos me dirijo rumbo a Carti, para lo cual fueron necesarias tres lanchas, y dos paradas en islas paradisíacas del archipiélago de San Blas; La isla Caledonia, y luego la isla Robinson.
El transporte en lancha fue literalmente terrible, el mar se encontraba bravo, la lancha saltaba sobre las aguas, y yo desde el último asiento observaba como rocinante era machacado por la fuerza de las caídas, hasta quedar echo un despojo de bicicleta. Pero en fin, en está última isla, y sin un peso en los bolsillos, el dueño del lugar me ofreció movilizarme hasta Ciudad de Panamá y allí pagarle lo adeudado. El confió en mí, y me dió la oportunidad para salir del lugar y como siempre los pequeños milagros llegan por si solos.
Ya en la capital me dediqué a descansar, gastar un dineral para reparar la bicicleta y limpiarla del óxido, visitar el impresionante canal de Panamá (una obra del arte de la ingeniería) y a acostumbrarme a este nuevo continente; la cultura ya es diferente a sudamérica, y me dedico principalmente a observar a las personas en la calle.
En este lugar y frontera con Panamá, conocí a una pareja de chilenos, con quienes hice una muy buena amistad: el Cochón y la Fini, quienes se encontraban disfrutando de sus vacaciones. En un comienzo estabamos planificando como pasar a Panamá, (pués es necesario moverse por vía marítima varios cientos de kilómetros hasta llegar a tierra firme y poder continuar con el pedal), y conseguimos una "excelente" opción para pasar en Velero. Sólo, debíamos tomar una lancha a Puerto Obaldía en Panamá, timbrar el pasaporte, volver a Sapzurro en Colombia, y comenzar el viaje. Algo no suena bien a estas alturas, pero que más dá. Conseguimos timbrar el ingreso, mostrando pasajes falsos y haciendo toda suerte de malabares, pues la entrada por esta frontera literalmente depende del estado de ánimo del oficial; y cuando nos vamos a devolver a tomar la embarcación resultó ser que el oficial se enteró de nuestra vuelta a Colombia, y nos prohibió tajantemente tomar la lancha, so pena de detención policial, y anulación del timbre de ingreso. ¡Mierda! yo estoy en Panamá y mis cosas en un velero en Colombia.
Esa noche, los pasajeros del velero nos fuimos a dormir a la plaza del pueblo, ¡que frio! y a la mañana siguiente tomamos una lancha rumbo a Sapzurro, aunque le dijimos a la policia que ibámos a una playa Panameña cercana, y todo confabulado con el lanchero partimos. Yo necesito recuperar mis cosas, así que no tengo tiempo de timbres.
Ya en el velero, yo y la pareja de Chilenos comenzamos a ver cosas que no nos cuadran, paquetes extraños, tripulación con ojos idos. Nos preguntábamos porque el velero no nos acompañaba a timbrar el pasaporte y seguir viaje. Definitivamente algo anda mal, y no quiero estar involucrado en lo mas mínimo. Así que literalmente a último segundo nos bajamos de la embarcación, yo saco mis cosas, y nos dirijimos nuevamente a Puerto Obaldía, La frontera de las mil complicaciones.
En este lugar nos quedamos algunos días esperando una lancha que fuera tierra adentro, o en mi caso un carguero. Yo quería irme en un barco, pero mi consciencia me decía que no es bueno que pase mucho tiempo sin comunicación con mis seres queridos, así que cuando el barco pasó y me pude subir no lo hice. A estas alturas ya no tengo dinero para llegar hasta tierra firme, pero no me preocupa, siempre que me encuentro en problemas la solución aparece por sí sola. Así es que con los últimos pesos me dirijo rumbo a Carti, para lo cual fueron necesarias tres lanchas, y dos paradas en islas paradisíacas del archipiélago de San Blas; La isla Caledonia, y luego la isla Robinson.
El transporte en lancha fue literalmente terrible, el mar se encontraba bravo, la lancha saltaba sobre las aguas, y yo desde el último asiento observaba como rocinante era machacado por la fuerza de las caídas, hasta quedar echo un despojo de bicicleta. Pero en fin, en está última isla, y sin un peso en los bolsillos, el dueño del lugar me ofreció movilizarme hasta Ciudad de Panamá y allí pagarle lo adeudado. El confió en mí, y me dió la oportunidad para salir del lugar y como siempre los pequeños milagros llegan por si solos.
Ya en la capital me dediqué a descansar, gastar un dineral para reparar la bicicleta y limpiarla del óxido, visitar el impresionante canal de Panamá (una obra del arte de la ingeniería) y a acostumbrarme a este nuevo continente; la cultura ya es diferente a sudamérica, y me dedico principalmente a observar a las personas en la calle.
Crecimiento versus desarrollo
Luego de descansar en Ciudad de Panamá muchos días, emprendo el cruce de Panamá. Por motivos de no tener opciones tomo rumbo por la carretera Interamericana. El camino no me parece bello, muchos vehículos alrededor hacen que me sienta incómodo. Paso por Coronado, un pueblo tan curioso como estar poblado prácticamente en su totalidad por extranjeros, paso por Penonomé, en donde me hospedan los bomberos, Santiago de Veraguas, y al cuarto día llego a un particular publado llamado Begui.
Pido permiso a la gente local para bañarme en el río, y me doy un buen chapuzón, tan bueno que me dió flojera seguir camino.
El ambiente parece extraño, policias por todos lados. Hablo con algunos locales, los que me contaron que hace algunas horas hubo enfrentamientos armados entre los policias y pobladores del sector. Estaban protestando en contra de la construcción de una hidroeléctrica. Preguntó a un poblador para acampar en su casa, y me invita cordialmente. Algo sucede pués por decenas, los indígenas comienzan a bajar desde los interiores de Panamá, bloquean los caminos de entrada hacia los pueblos, y se dirigen prestos a detener a la policia, pues cinco de sus compañeros han sido detenidos en las protestas. En estas hubo balas y bombas. Los indígenas siguen descendiendo desde las montañas, ya no son decenas, ahora son cientos y se ubican en los alrededores de Begui listos para dar la batalla. Aprovecho de conversar con algunos dirigentes quienes me comentan la situación. Durante otra jornada de protestas tres de sus compañeros fueron abatidos, y la situación no puede seguir. Por un proyecto hidroeléctrico sus tierras corren peligro de expropiación, a algunos ya les quitaron las tierras, y lo peor de todo es que el proyecto no es para abastecer el consumo interno, sino para exportar energía a los países vecinos. Un sucio y codicioso proyecto que inundará las tierras de miles de campesinos para satisfacer los deseos de un hombre hambriento de dinero.
Definitivamente crecimiento y desarrollo no es el mismo concepto. Algunos de sus dirigentes al ver mi bicicleta y saber que en ella recorro los rincones de latinoamérica me han pedido que grite por el continente lo que sucede en Panamá, en como se pretende despojar de sus tierras a los mas antiguos de los habitantes para satisfacer la codicia de algunos pocos. Por algún motivo, la casa donde me hospedé fue un punto de reunión local. La casa estaba llena de gente que no pudo movilizarse hasta su pueblo, por lo que aprovecho de conversar y enterarme del conflicto hasta la médula, y escuchar arengas durante gran parte de la noche.
Algunos pensamientos en relación a crecimiento y desarrollo
Es común encontrar en los diarios del país noticias, indicadores e informes sobre crecimiento económico, el cual es representado principalmente por el PIB. Variados Gobiernos están en constante interés por analizar y promulgar iniciativas que hagan que esta variable mejore año tras año. No obstante, la mayoría del común olvida, que el crecimiento de un país no es más que la cuantificación de lo que se produce en él. Aspectos sociales, ambientales, culturales y hasta religiosos que giran en torno a ese crecimiento no son tenidos en cuenta en dicha cuantificación. Es por esto, que la ciencia económica desarrolló el concepto de desarrollo.
Con la palabra desarrollo se pretende englobar todo eso que va más allá de la neta producción económica y el enriquecimiento de un país. Se habla de desarrollo social, humano, ambiental, etc. Sin embargo, siempre existe disparidad entre el crecimiento y el desarrollo de una región, pues en ocasiones lo que genera crecimiento no necesariamente genera desarrollo. Por esto, se deben implementar acciones desde el Estado que hagan que ese crecimiento económico se vea reflejado en el real desarrollo de los habitantes.
Como se dijo ya, el PIB no es más que la suma de la producción de bienes y servicios de un país, o desde una visión un poco más keynesiana al PIB lo conforman: el consumo (del Gobierno y de los hogares), la inversión privada, la inversión del Estado y el saldo neto del sector externo (exportaciones-importaciones). Una forma de asegurar crecimiento es incentivando la inversión privada, para que ésta genere movimientos en las otras variables del PIB.
En ocasiones, la inversión privada no viene del propio país, sino que se recurre a la externa, que normalmente, se ve representada por multinacionales que se apropian de recursos naturales de la región a cambio de generar dinámicas económicas en la misma. Lo anterior, suena perfecto, si los recursos que se generaran entraran efectivamente al país y se generara crecimiento. Pero, ¿Las consecuencias sociales, culturales, laborales y demás que producen estas actividades económicas qué? ¿Quién las compensa? ¿Cómo se compensan? ¿El desarrollo neto de la región en dónde queda?
Según el dictamen final de la audiencia popular llevada a cabo en la cumbre “alternativa la hora de los pueblos” publicado por el Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL)[1], las principales acusaciones que se le hacen a estas empresas están relacionadas con el deterioro de: los derechos laborales, el medio ambiente, LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS, los DERECHOS SOCIALES, y los DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS. Aspectos que están directamente inmiscuidas con el desarrollo de un lugar.
Entonces, ¿De qué le sirve a un país dejar que empresas extranjeras, entren, exploten, produzcan y generen “crecimiento” cuando la población, que debería ser la prioridad del Estado, esa misma que es la que elige a sus gobernantes, ve deteriorada su calidad de vida, vulnerados sus derechos y expropiados sus propios recursos?
[1] Véase en la web: http://omal.info/spip.php?article4788
Pido permiso a la gente local para bañarme en el río, y me doy un buen chapuzón, tan bueno que me dió flojera seguir camino.
El ambiente parece extraño, policias por todos lados. Hablo con algunos locales, los que me contaron que hace algunas horas hubo enfrentamientos armados entre los policias y pobladores del sector. Estaban protestando en contra de la construcción de una hidroeléctrica. Preguntó a un poblador para acampar en su casa, y me invita cordialmente. Algo sucede pués por decenas, los indígenas comienzan a bajar desde los interiores de Panamá, bloquean los caminos de entrada hacia los pueblos, y se dirigen prestos a detener a la policia, pues cinco de sus compañeros han sido detenidos en las protestas. En estas hubo balas y bombas. Los indígenas siguen descendiendo desde las montañas, ya no son decenas, ahora son cientos y se ubican en los alrededores de Begui listos para dar la batalla. Aprovecho de conversar con algunos dirigentes quienes me comentan la situación. Durante otra jornada de protestas tres de sus compañeros fueron abatidos, y la situación no puede seguir. Por un proyecto hidroeléctrico sus tierras corren peligro de expropiación, a algunos ya les quitaron las tierras, y lo peor de todo es que el proyecto no es para abastecer el consumo interno, sino para exportar energía a los países vecinos. Un sucio y codicioso proyecto que inundará las tierras de miles de campesinos para satisfacer los deseos de un hombre hambriento de dinero.
Definitivamente crecimiento y desarrollo no es el mismo concepto. Algunos de sus dirigentes al ver mi bicicleta y saber que en ella recorro los rincones de latinoamérica me han pedido que grite por el continente lo que sucede en Panamá, en como se pretende despojar de sus tierras a los mas antiguos de los habitantes para satisfacer la codicia de algunos pocos. Por algún motivo, la casa donde me hospedé fue un punto de reunión local. La casa estaba llena de gente que no pudo movilizarse hasta su pueblo, por lo que aprovecho de conversar y enterarme del conflicto hasta la médula, y escuchar arengas durante gran parte de la noche.
Algunos pensamientos en relación a crecimiento y desarrollo
Es común encontrar en los diarios del país noticias, indicadores e informes sobre crecimiento económico, el cual es representado principalmente por el PIB. Variados Gobiernos están en constante interés por analizar y promulgar iniciativas que hagan que esta variable mejore año tras año. No obstante, la mayoría del común olvida, que el crecimiento de un país no es más que la cuantificación de lo que se produce en él. Aspectos sociales, ambientales, culturales y hasta religiosos que giran en torno a ese crecimiento no son tenidos en cuenta en dicha cuantificación. Es por esto, que la ciencia económica desarrolló el concepto de desarrollo.
Con la palabra desarrollo se pretende englobar todo eso que va más allá de la neta producción económica y el enriquecimiento de un país. Se habla de desarrollo social, humano, ambiental, etc. Sin embargo, siempre existe disparidad entre el crecimiento y el desarrollo de una región, pues en ocasiones lo que genera crecimiento no necesariamente genera desarrollo. Por esto, se deben implementar acciones desde el Estado que hagan que ese crecimiento económico se vea reflejado en el real desarrollo de los habitantes.
Como se dijo ya, el PIB no es más que la suma de la producción de bienes y servicios de un país, o desde una visión un poco más keynesiana al PIB lo conforman: el consumo (del Gobierno y de los hogares), la inversión privada, la inversión del Estado y el saldo neto del sector externo (exportaciones-importaciones). Una forma de asegurar crecimiento es incentivando la inversión privada, para que ésta genere movimientos en las otras variables del PIB.
En ocasiones, la inversión privada no viene del propio país, sino que se recurre a la externa, que normalmente, se ve representada por multinacionales que se apropian de recursos naturales de la región a cambio de generar dinámicas económicas en la misma. Lo anterior, suena perfecto, si los recursos que se generaran entraran efectivamente al país y se generara crecimiento. Pero, ¿Las consecuencias sociales, culturales, laborales y demás que producen estas actividades económicas qué? ¿Quién las compensa? ¿Cómo se compensan? ¿El desarrollo neto de la región en dónde queda?
Según el dictamen final de la audiencia popular llevada a cabo en la cumbre “alternativa la hora de los pueblos” publicado por el Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL)[1], las principales acusaciones que se le hacen a estas empresas están relacionadas con el deterioro de: los derechos laborales, el medio ambiente, LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS, los DERECHOS SOCIALES, y los DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS. Aspectos que están directamente inmiscuidas con el desarrollo de un lugar.
Entonces, ¿De qué le sirve a un país dejar que empresas extranjeras, entren, exploten, produzcan y generen “crecimiento” cuando la población, que debería ser la prioridad del Estado, esa misma que es la que elige a sus gobernantes, ve deteriorada su calidad de vida, vulnerados sus derechos y expropiados sus propios recursos?
[1] Véase en la web: http://omal.info/spip.php?article4788
Recorriendo los alrededores de Boquete
Luego de seis días de pedaleo por los caminos de Panamá, un corte de cadena y 5 pinchazos, llegó a la pintoresca ciudad de Boquete, inmersa en las montañas de la cordillera de Talamanca. Llego agotadísimo, pero con mucho ánimo para salir a recorrer los alrededores. Decido dejar mis cosas en una hostal, armar la mochila y partir a recorrer a pié los maravillosos alrededores. El primer destino: El volcán Barú a casi 3400 msnm.
Por motivos asociados a la pereza comienzo el ascenso a las 12:30 del día. El camino es empinadísimo y durante seis horas me esforcé para llegar a sus cumbres a las 18:30, el momento justo para oberservar el atardecer desde sus alturas. La verdad es que el ocaso no me pareció tan bello, lamentablemente me tocó nublado, y no fue mucho lo que pude ver. Pero en fin, el ánimo alto y la esperanza de que el amanecer sería excelente.
Mientras buscaba un lugar para acampar, me encontré con tres panameños amigos, que subieron hasta la cumbre para pasar un momento agradable. Inmediatamente me simpatizaron y comenzamos a cocinar para amenizar la tarde. Yo puse el arroz y ellos todo el resto (inclusive el desayuno del día siguiente). Me levanto tempranito para poder ver el increíble amanecer desde la cima. El sol lentamente sale por el este, sobre las nubes apoyadas en la ladera norte de la cordillera de Talamanca, y al noroeste el imponente océano pacífico.
Luego de este maravilloso momento, junto con Vicente, Diego y Jairo, comenzamos el dificil descenso por la ladera opuesta a la que subí. Me resbalé en dos ocasiones. Los paisajes de este lado son bellísimos, pero hay que dar cada paso con mucho cuidado. Luego de algunas horas entramos al bosque de las brujas, un lugar tenebroso por el que caminamos algunas horas. En total 7 horas de caminata que me dejaron agotadísimo. Me despido de los muchachos y camino rumbo al sendero de los Quetzales. Lamentablemente me llega la noche antes de llegar a este sector del parque, y acampo en una casa de las cercanías, en compañia de agradables campesino que me otorgaron un buen espacio y comida para pasar la noche.
Tempranito en la mañana camino hacia los Quetzales; un sendero hermoso, con bosque nuboso y espectaculares miradores, camino hasta cerca de las 4 de la tarde, hasta salir del parque todo mojado, embarrado y contento. Los gringos me miran, pues cargaba equipo de acampada conmigo, y quizás mi cara de aventurero les llamaba la atención, y afortunadamente para mi, me pagan un taxi desde la entrada del parque hasta la hostal. Luego de este pedaleo de 500 km mas los tres días de caminata quedo molido, como si me hubieran dado de palos, por lo que descanso un día mas para recuperar fuerzas y emprender mi camino rumbo a las tierras de Costa Rica.
Por motivos asociados a la pereza comienzo el ascenso a las 12:30 del día. El camino es empinadísimo y durante seis horas me esforcé para llegar a sus cumbres a las 18:30, el momento justo para oberservar el atardecer desde sus alturas. La verdad es que el ocaso no me pareció tan bello, lamentablemente me tocó nublado, y no fue mucho lo que pude ver. Pero en fin, el ánimo alto y la esperanza de que el amanecer sería excelente.
Mientras buscaba un lugar para acampar, me encontré con tres panameños amigos, que subieron hasta la cumbre para pasar un momento agradable. Inmediatamente me simpatizaron y comenzamos a cocinar para amenizar la tarde. Yo puse el arroz y ellos todo el resto (inclusive el desayuno del día siguiente). Me levanto tempranito para poder ver el increíble amanecer desde la cima. El sol lentamente sale por el este, sobre las nubes apoyadas en la ladera norte de la cordillera de Talamanca, y al noroeste el imponente océano pacífico.
Luego de este maravilloso momento, junto con Vicente, Diego y Jairo, comenzamos el dificil descenso por la ladera opuesta a la que subí. Me resbalé en dos ocasiones. Los paisajes de este lado son bellísimos, pero hay que dar cada paso con mucho cuidado. Luego de algunas horas entramos al bosque de las brujas, un lugar tenebroso por el que caminamos algunas horas. En total 7 horas de caminata que me dejaron agotadísimo. Me despido de los muchachos y camino rumbo al sendero de los Quetzales. Lamentablemente me llega la noche antes de llegar a este sector del parque, y acampo en una casa de las cercanías, en compañia de agradables campesino que me otorgaron un buen espacio y comida para pasar la noche.
Tempranito en la mañana camino hacia los Quetzales; un sendero hermoso, con bosque nuboso y espectaculares miradores, camino hasta cerca de las 4 de la tarde, hasta salir del parque todo mojado, embarrado y contento. Los gringos me miran, pues cargaba equipo de acampada conmigo, y quizás mi cara de aventurero les llamaba la atención, y afortunadamente para mi, me pagan un taxi desde la entrada del parque hasta la hostal. Luego de este pedaleo de 500 km mas los tres días de caminata quedo molido, como si me hubieran dado de palos, por lo que descanso un día mas para recuperar fuerzas y emprender mi camino rumbo a las tierras de Costa Rica.