Pedaleando Perú
Durante la primera quincena del mes de febrero de 2012, junto con Julien, comenzamos a recorrer el Perú. Un par de días antes nos encontramos en la ciudad de Copacabana en Bolivia, y en ese punto decidimos pedalear juntos, pues llevábamos el mismo recorrido. El ingreso a Perú fue relativamente sencillo, aunque lamentablemente el oficial de migraciones solo me dió 30 días para recorrerlo. Nuestro primer tramo fue Copacabana - Puno, entrando a Perú por Yunguyo. Fue un pedaleo relativamente difícil, dado que nos encontrábamos en pleno invierno altiplanico, y las lluvias estaban a la orden del día, el tener la ropa completamente mojada era cosa de todas las jornadas. Bordeamos el lago mas alto del mundo (El Titicaca) por cerca de tres días por un camino en buenas condiciones, sin embargo el frió y la lluvia nos congelaba las manos, en ocasiones terminábamos las jornadas apenas encontrábamos un pueblo con Hostal, pues soportar la lluvia no era tan fácil. Una vez que llegamos a Puno separamos caminos, Julien seguiría pedaleando rumbo al Cuzco, y yo me reuniría con mi padre y mi hermano quienes se encontraban vacacionando en el Perú.
El Cuzco y sus alrededores
Después de algunos horas esperando en la plaza de Puno, finalmente pude reunirme con mi padre, y cual fue mi sorpresa al ver también a mi hermana y su marido, con quienes supuestamente nos encontramos de pura casualidad. Fue un encuentro familiar realmente bueno, considerando que al día siguiente mi hermano Jaime también arribaría a la ciudad. Después de algunos días compartiendo con mi padre, éste decidió regresar a Chile, mi hermana tomo el mismo camino, y junto con mi hermano Jaime tomamos un bus rumbo al Cuzco. Después de casi dos meses me venía muy bien poder compartir en familia, conversar en confianza de mi viaje, y bueno aprovechar de conocer los alrededores en compañía de mi hermano, con quien visitamos la increíble Machu-Picchu, y otras ruinas ubicadas en los alrededores de Cuzco. Después de una semana de descanso finalmente despedí a mi hermano quien volvió a Chile, y con Julien seguimos camino. Esta vez deberíamos atravesar el altiplano y sierra, para finalmente llegar a las cálidas tierras desérticas que rodean la ciudad de Nazca.
Rumbo a Nazca
El camino a Nazca desde El Cuzco no fue fácil. La cordillera de Los Andes se caracteriza por su dificultad y por la cantidad de cuestas a vencer. Este camino puso a prueba la fortaleza física y mental. A diferencia del vecino país de Bolivia, en el Perú las cuestas llegan a veces cerca los 5.000 mts y descienden bruscamente hasta los 2.500 mts de altitud, para luego volver a subir. Este tramo se nos hizo particularmente largo y le pusimos por nombre "The never ending road", el camino que nunca se acaba, pues las condiciones climáticas, geográficas, entre otros, iban constantemente retrasándonos.
Durante este recorrido, al llegar a la ciudad de Abancay en la sierra peruana, caí fuertemente enfermo del estómago. Probablemente el agua del sector me hizo mal. Dos días estuve con fuertes dolores sin poder pedalear, después de lo cual los dolores pasaron y pude proseguir camino, sin embargo no cure del todo y arrastre los efectos de esta enfermedad hasta Lima.
Después de mucho pedalear y subir y bajar cuestas, llegamos al pueblo de Puquio. A este pueblo arribamos temprano, y decidimos descansar, pues al siguiente día abordaríamos mas de 170 kilómetros, ya que teníamos ante nosotros un descenso de 100 kilómetros, obviamente después de una larga cuesta.
Al siguiente día comenzamos el ascenso de la última cuesta, 10 km de subida para salir de Puquio, una planicie, y 27 km de subida al salir de lucanas, para llegar al parque nacional Pampa Galeras. Nos pusimos como objetivo llegar a la cumbre antes de las 2 de la tarde, para luego iniciar el rápido descenso hasta Nazca. Mientras pedaleaba, ya algo pasadas las dos de la tarde y pedaleando los últimos kilómetros de la cuesta, diviso unas nubes acercándose rápidamente hacia el cerro donde me encontraba. Solo pasaron un par de minutos y una torrencial y fuerte lluvia apareció. Quedé empapado por completo, y a esas alturas sobre los 4.000 mts, el frío es una variable a considerar cuidadosamente. Dado las condiciones, decidimos alojar en el parque nacional. Nuevamente las condiciones climáticas frustraban nuestros planes para finalizar este tramo. Finalmente al día siguiente, ya con el cielo despejado, iniciamos nuestro descenso desde el altiplano al desierto. El camino había terminado, ya nos encontrábamos en la ciudad de Nazca.
Durante este recorrido, al llegar a la ciudad de Abancay en la sierra peruana, caí fuertemente enfermo del estómago. Probablemente el agua del sector me hizo mal. Dos días estuve con fuertes dolores sin poder pedalear, después de lo cual los dolores pasaron y pude proseguir camino, sin embargo no cure del todo y arrastre los efectos de esta enfermedad hasta Lima.
Después de mucho pedalear y subir y bajar cuestas, llegamos al pueblo de Puquio. A este pueblo arribamos temprano, y decidimos descansar, pues al siguiente día abordaríamos mas de 170 kilómetros, ya que teníamos ante nosotros un descenso de 100 kilómetros, obviamente después de una larga cuesta.
Al siguiente día comenzamos el ascenso de la última cuesta, 10 km de subida para salir de Puquio, una planicie, y 27 km de subida al salir de lucanas, para llegar al parque nacional Pampa Galeras. Nos pusimos como objetivo llegar a la cumbre antes de las 2 de la tarde, para luego iniciar el rápido descenso hasta Nazca. Mientras pedaleaba, ya algo pasadas las dos de la tarde y pedaleando los últimos kilómetros de la cuesta, diviso unas nubes acercándose rápidamente hacia el cerro donde me encontraba. Solo pasaron un par de minutos y una torrencial y fuerte lluvia apareció. Quedé empapado por completo, y a esas alturas sobre los 4.000 mts, el frío es una variable a considerar cuidadosamente. Dado las condiciones, decidimos alojar en el parque nacional. Nuevamente las condiciones climáticas frustraban nuestros planes para finalizar este tramo. Finalmente al día siguiente, ya con el cielo despejado, iniciamos nuestro descenso desde el altiplano al desierto. El camino había terminado, ya nos encontrábamos en la ciudad de Nazca.
El camino a Lima
En Nazca descansamos un par de días, visitamos las líneas de Nazca entre otras actividades turísticas que ofrece el sector. A diferencia del altiplano, en este sector del país el calor es mas fuerte, atrás quedaban las gélidas tierras, ahora podíamos pedalear más tranquilos. Nuestra siguiente meta fue el oasis en Huacachina, ubicado en medio del desierto peruano. Ahora pedaleabamos sin frío, sin embargo el calor de la zona mermaba nuestras fuerzas. mientras pedaleábamos por el sector pasamos por los alrededores de la ciudad de Ica. Los alrededores de ésta se encuentran llenos de fundos y cultivos de fruta, lo cual hacía muy agradable la vista mientras se pedaleaba. Finalmente en Huacachina decidimos parar dos días a descansar mientras disfrutábamos del oasis.
Después del descanso, seguimos rumbo a Lima, nuestro destino final donde separaríamos camino, yo mantendría rumbo hacia el Ecuador y Julien rumbo a America del Norte, a recorrer en bicicleta hasta Canadá. Durante este avance divisamos numerosos poblados en medio del desierto. Estos eran muy peculiares pues eran tan pequeños que a veces ni siquiera tenían un lugar donde comprar una bebida. Entramos en uno de ellos, lo suficientemente grande para disponer de víveres para seguir el viaje. En este pueblo conocimos algunos locales quienes nos explicaron porque estaban allí. Lima es una ciudad demasiado grande, sin espacio para ellos, y por eso se encontraban construyendo sus sueños en el desierto. Dos dunas después de este poblado, llegamos a otro de similares características, donde conocimos dos tipos de 32 años quienes nos facilitaron un trozo de desierto para poner nuestras carpas, y nos invitaron a una cena en donde tuvimos una amena conversación.
El día siguiente sería nuestro penúltimo día de Pedaleo, y decidimos avanzar tanto como sea posible, de manera de quedar a unos pocos kilómetros de la ciudad. Acampamos aproximadamente a 50 km de Lima a un costado de la carretera, y al día siguiente hicimos ingreso en esta ajetreada y bulliciosa ciudad. Una vez adentro separamos camino. y cada cual busco la manera de llegar vivo a su destino en medio de una selva de malos conductores. Ya en Lima me ubique en el barrio de Santa Anita en donde aproveche de compartir una semana con mis amigos los Huere. Hermosa semana de descanso mientras me encontraba con ellos.
Después del descanso, seguimos rumbo a Lima, nuestro destino final donde separaríamos camino, yo mantendría rumbo hacia el Ecuador y Julien rumbo a America del Norte, a recorrer en bicicleta hasta Canadá. Durante este avance divisamos numerosos poblados en medio del desierto. Estos eran muy peculiares pues eran tan pequeños que a veces ni siquiera tenían un lugar donde comprar una bebida. Entramos en uno de ellos, lo suficientemente grande para disponer de víveres para seguir el viaje. En este pueblo conocimos algunos locales quienes nos explicaron porque estaban allí. Lima es una ciudad demasiado grande, sin espacio para ellos, y por eso se encontraban construyendo sus sueños en el desierto. Dos dunas después de este poblado, llegamos a otro de similares características, donde conocimos dos tipos de 32 años quienes nos facilitaron un trozo de desierto para poner nuestras carpas, y nos invitaron a una cena en donde tuvimos una amena conversación.
El día siguiente sería nuestro penúltimo día de Pedaleo, y decidimos avanzar tanto como sea posible, de manera de quedar a unos pocos kilómetros de la ciudad. Acampamos aproximadamente a 50 km de Lima a un costado de la carretera, y al día siguiente hicimos ingreso en esta ajetreada y bulliciosa ciudad. Una vez adentro separamos camino. y cada cual busco la manera de llegar vivo a su destino en medio de una selva de malos conductores. Ya en Lima me ubique en el barrio de Santa Anita en donde aproveche de compartir una semana con mis amigos los Huere. Hermosa semana de descanso mientras me encontraba con ellos.
Recorriendo la cordillera Blanca
Después de descansar algunos días en Lima, emprendo mi camino hacia Trujillo. Pasando por algunos pueblos, me parece que el camino se vuelve algo aburrido y monótono, por lo que decido de manera repentina hacer una cambio de planes, y dirigirme rumbo a la cordillera blanca en las alturas del Perú. Tomo a rocinante y me dirijo hacia Huaraz, una hermosa ciudad ubicada en medio de la cordillera blanca y la cordillera negra que se caracteriza por tener unos alrededores de película para el desarrollo de actividades de aventura. Ya en la ciudad me provisiono de víveres, mapas de la zona y parto rumbo a la cordillera, a atravesar el parque nacional Huascarán y rodear una buena cantidad de nevados. El siguiente pueblo después de Huaraz fue el pueblo de Carhuaz, desde donde sale un pedregoso camino que cruza la cordillera, decido tomar este camino y cual fue mi sorpresa al comenzar a ascender y ascender hasta llegar a un paso cordillerano llamado Los Olímpicos ubicado a 5000 mts de altitud. Los últimos metros fueron realmente difíciles, la altura disipó mis fuerzas, dar dos simples pedaleos seguidos se volvía todo un desafío, pero finalmente y después de dos días de ascenso llegue a la cumbre del paso. Las mejores vistas de los Andes las encontré en éste sector lleno de nevados, y mirando hacía abajo dos preciosas lagunas de color turquesa se encontraban invitándome a acampar en ellas. Comencé el descenso, lamentablemente no pude encontrar un lugar idóneo para acampar y me dirigí al pueblo de Pompey, donde pobladores del sector me invitaron amablemente a dormir en sus casas.
Los dos días siguientes seguí subiendo y bajando cuestas, en caminos donde los paisajes parecen sacados de cuentos, infinidad de cerros verdes, unos cuantos nevados de paisaje de fondo, y simpática gente, que me mantenía conversando gran parte del viaje fue la tónica del tramo. Después de visitar algunas lagunas en el sector, me dirijo al pueblo de Yungay, en donde descanso y me preparó para el último tramo, bajar por el cañon del pato para llegar a la ciudad de Trujillo.
Los dos días siguientes seguí subiendo y bajando cuestas, en caminos donde los paisajes parecen sacados de cuentos, infinidad de cerros verdes, unos cuantos nevados de paisaje de fondo, y simpática gente, que me mantenía conversando gran parte del viaje fue la tónica del tramo. Después de visitar algunas lagunas en el sector, me dirijo al pueblo de Yungay, en donde descanso y me preparó para el último tramo, bajar por el cañon del pato para llegar a la ciudad de Trujillo.
Los últimos días en Perú
Ya en el cañon del pato, inicio mi descenso para llegar hasta la ciudad de Trujillo, el camino era una bajada desde los 3000 mts de altura hasta el nivel del mar, el cual se caracterizaba por estar en pésimas condiciones y lleno de tétricos túneles. Al entrar en el segundo túnel mi linterna se descompone y debo atravesar muchos túneles sin ver por donde me encontraba pedaleando, afortunadamente en los túneles de mayor oscuridad apareció un motociclista, quien fue detrás mío iluminando el camino. Ya avanzando y según yo con todas las condiciones para llegar pronto a mi destino me topo con un derrumbe del cañón, 5 kilómetros de cerros destrozados y aluviones en las cercanías de un poblado llamado Yuramarca imposibilitaron el paso de vehículos. Intento cruzar pero el barro me inunda hasta las rodillas. Atravesar sería peligroso, considerando que el barro se encontraba al lado de un precipicio que da a un torrentoso río. Decido descansar el siguiente día, esperando a que el barro se seque un poco. Aprovecho este tiempo para compartir con la gente local quienes me recibieron con mucha atención, no es común un loco en bicicleta en estos alrededores, así que me dieron un lugar para poner la carpa y comida mientras esperaban el arribo de una máquina que limpiase el camino. Dos días después inicio el cruce del cañon, cargando la bicicleta en algunos tramos hasta finalmente salir del derrumbe. Ahora mi destino es la ciudad de Trujillo.
Una vez llegado a Trujillo, me quedé a descansar una semana en la mítica casa de ciclistas propiedad de Luis Ramirez. Aquí paré una semana y me dedique mas a hacer vida social que a recorrer. Es en este punto que conozco al Che Marchetti quien se encuentra pedaleando latinoamerica junto a su mujer y con quien avanzamos hasta Guayaquil.
A la salida de Trujillo, partimos los tres cicloturistas rumbo a Ecuador escoltados por Jean-Baptiste y Luis Ramirez. Nos han comentado que los sectores a atravesar por esos días eran peligrosos, con muchos delincuentes, por lo que armar un grupo grande era una excelente opción para salir enteros y con todas nuestras pertenencias. Pedaleamos y el 9 de Abril cruzamos la frontera rumbo al Ecuador.
Una vez llegado a Trujillo, me quedé a descansar una semana en la mítica casa de ciclistas propiedad de Luis Ramirez. Aquí paré una semana y me dedique mas a hacer vida social que a recorrer. Es en este punto que conozco al Che Marchetti quien se encuentra pedaleando latinoamerica junto a su mujer y con quien avanzamos hasta Guayaquil.
A la salida de Trujillo, partimos los tres cicloturistas rumbo a Ecuador escoltados por Jean-Baptiste y Luis Ramirez. Nos han comentado que los sectores a atravesar por esos días eran peligrosos, con muchos delincuentes, por lo que armar un grupo grande era una excelente opción para salir enteros y con todas nuestras pertenencias. Pedaleamos y el 9 de Abril cruzamos la frontera rumbo al Ecuador.